- Desde luego… ¡Sí que tiene prisa! - Se encogió de hombros la encapuchada, mientras contemplaba cómo su compañero de fatigas se alejaba raudamente.
Esta inusual “espantada” por parte del comedido hechicero la había desconcertado. Puesto que tampoco era cuestión de quedarse plantada en medio del camino, la mujer decidió reemprender la travesía.
Súbitamente, la embargó una desagradable y apremiante sensación: Era como un retortijón incontrolable, una especie de llamada urgente tremendamente similar a esa incómoda sublevación intestinal que culmina en indisposición suprema y en evacuación perentoria.
- ¡Imposible!
Mareada, no tuvo tiempo para reaccionar: La engulló un pulsante torbellino púrpura de sombras; notó cómo se descomponía en incontables y minúsculos fragmentos con conciencia propia para, casi en el mismo instante, reagruparse dolorosa e íntegramente, retornando a la normalidad.
Abrió los ojos, aturdida, mas hubo de cerrarlos, deslumbrada. Necesitó unos segundos para acostumbrarse. Cuando lo hizo y pudo observar a su alrededor, quedó paralizada por el asombro.
Y es que ella, Margueritte Eleanore Edhelstein, acababa de salir de una especie de tétrico armario, de un inquietante ataúd creado mediante energía vil con hechuras de… ¡letrina!.
Ya sabéis que "perpetrar" un texto me cuesta mucho. Como la ocasión lo merece, me he decidido a sacarlo en pequeños bocaditos, a ver si así resulta más digerible.
ResponderEliminarGracias. ^^
Jajajajajajajajaja, que gracia ¿debe ser asi la sensación e la invocación? si es asi... habrá que ir comprando pañales XD
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