sábado, 22 de octubre de 2011

Reflexiones, Exabruptos y Lamentos - III


Si el silencio es la única respuesta,
no quiero repetir esta pregunta.

Basta ya de lastimeros aullidos
a la impávida y brillante Luna;
de contemplar el bello palpitar ardiente
de queridos y lejanos astros fríos.

Duele demasiado conocer de su existencia
solo para sentir su ausencia en la distancia.

(22/10/11)

miércoles, 12 de octubre de 2011

Iniciación.

N. de la A.:
A continuación, inserto este texto, presentación de Kalímera, creada para darle un poco de “mala vida” al personaje de  una compañera.

Aunque me temo que mi Dama de la Muerte tuvo muy poco éxito en su cometido, he decidido compartir esta pequeña narración,  (que algunos ya conocéis) como testimonio de que no siempre me gobernó este silencio (sensato y cobarde a partes iguales) y de la existencia - en un recoveco tenebroso, recóndito y poco aireado -  de mi Nido de Sombras.

Kalímera es un personaje que apenas ha caminado bajo la luz de ningún sol, principalmente porque se trata de ese lobo al que prefiero no alimentar, por si las moscas.
Espero que os guste.

Vallefresno, cercanías del Puesto del Hachazo.

Kalímera sonrió mientras la cálida y dulce sangre de la joven kaldorei le bañó el rostro en un chorro que a ella le supo a gloria. Se relamió y saboreó tanto como pudo ese fugaz instante en que la vida abandonó abruptamente y entre estertores ese hermoso cuerpo creado para una larga existencia. Sin duda, había sido demasiado fácil y ahora tenía ganas de medirse con algo que le saciase el apetito que esa florecilla había despertado.

Siguieron días de recaditos para la Horda, tediosos más que nada. Muertes obtenidas sin esfuerzo. Aunque resultase hasta divertido cobrarse las cabezas de demonios más o menos importantes, por ejemplo, el ansia no hizo más que crecer.

Y, cuando menos se lo esperaba, se topó con lo que estaba buscando.
Su misión era mermar los efectivos de la Avanzada de Plata, tarea que realizaba con sumo gusto y brutal efectividad. Ya había abatido a muchas. Ésta iba a ser simplemente la siguiente, aunque estaba debatiéndose con habilidad y determinación. Caería, pero no sin agotar todas sus posibilidades: Esa Centinela estaba dispuesta a sobrepasar sus límites.
Esa mirada... - Kalímera quedó prendada por el fiero brillo de esos ojos. Sintió que la retaba. Y, por supuesto, recogió el guante. El diálogo de los aceros resultó fluido y estimulante. Quedó bastante satisfecha.

Podría haberla decapitado, dispensándole una piadosa muerte; O cercenado un miembro con "Fe" (su querida Hojaruna) y haberla dejado desangrándose, como había hecho con otras. En cambio, se limitó a castigarla de tal modo a base de tajos en zonas no vitales, que cayó a sus pies sin fuerzas para seguir combatiendo.

Entonces, la desarmó y la despojó de todas sus pertenencias rápidamente. Se aseguró de que no moriría allí, vendándole las heridas y sanándola lo suficiente como para que soportara el trajín del transporte. La ató de pies y manos, la amordazó y la cargó a lomos de Catarsis, su corcel impío.
Por su valor, esa luchadora recibiría el Don del Conocimiento y, ella, a cambio, vería por fin saciada su sed. Eso había decidido.

Habilidad, sutileza, tenacidad, herramientas adecuadas, un lugar tranquilo y tiempo para dedicarlo al Arte. Esos requisitos indispensables los tuvo muy en cuenta. Mientras se alejaba al galope del Refugio de la Algaba, pensó en un refugio seguro y al amparo de los elementos, pues la tarea que tenía entre manos podía llevarle varios días.

En la costa repleta de ruinas y habitada por los naga, no muy lejos de la Avanzada Zoram'Gar, tomó para sí un precario habitáculo y lo convirtió en su Santuario. El inconfundible aroma energético del mar, el hipnótico rumor de las olas lamiendo las arenas salpicadas de espuma y de salitre... Era un entorno de ensueño. Allí, los chillidos de las gaviotas se confundieron con otros gritos, cuando la Dama de la Muerte inició su particular danza con la elfa de la noche.

Y por tres días y otras tantas noches mostró a su alumna paisajes inéditos: Desde las más altas cimas hasta las simas más profundas. Puso a su alcance sensaciones desconocidas para casi todos y le descubrió verdades inconcebibles sobre sí misma. Y la mujer Kaldorei, generosa y conmovida, recorrió la Senda de la Iluminación tal y como ella había previsto: Su cuerpo y su alma se estremecieron y se entregaron completamente en un húmedo y cálido temblor lleno de sentimientos contradictorios, que se armonizaron paulatinamente hasta llegar al funesto y liberador final.

Kalímera no desperdició ni una gota de esa sagrada sangre.

Había sido una ceremonia tan inolvidable como agotadora. Ahora estaba satisfecha y sabía que con un leve descanso le bastaría para sentirse completamente renovada. 

Sonriente, se disponía a arrojar los restos de la infortunada (que previamente había troceado y metido en un saco ) al mar, cuando se sintió observada.
Le faltó tiempo para lanzar al agua el saco con carne dentro, desenvainar la Hojarruna y buscar a su enemigo. Nadie la atacó: Una extraña ánima, en cambio, le hizo señas y le susurró un misterioso mensaje. Al parecer, alguien quería hacer tratos con ella...
- Acudiré, respondió. - Pensó: ¿Será una trampa?