tag:blogger.com,1999:blog-25409828858161688222024-02-20T22:32:32.815+01:00Peregrina InteriorDesvaríos y fantasías diversas PARA ADULTOS; Frutos de un espíritu errante de mente calenturienta.Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.comBlogger44125truetag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-5090776770430544612011-10-22T01:13:00.000+02:002011-10-24T01:14:25.198+02:00Reflexiones, Exabruptos y Lamentos - III<br />
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Si
el silencio es la única respuesta,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">no
quiero repetir esta pregunta.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><br /></span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Basta
ya de lastimeros aullidos</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">a
la impávida y brillante Luna;</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">de
contemplar el bello palpitar ardiente</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">de
queridos y lejanos astros fríos.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><br /></span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Duele
demasiado conocer de su existencia</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">solo
para sentir su ausencia en la distancia.</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: x-small;"><i>(22/10/11)</i></span></div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-57820867379207186292011-10-12T14:55:00.000+02:002011-10-12T14:55:39.849+02:00Iniciación.<i><span style="font-family: Georgia;">N. de la A.:</span></i><br />
<div align="left">
<span style="font-family: Georgia;">A continuación, inserto este texto, presentación de Kalímera, creada para darle un poco de “mala vida” al personaje de una compañera.</span></div>
<div align="left">
<br /></div>
<div align="left">
<span style="font-family: Georgia;">Aunque me temo que mi Dama de la Muerte tuvo muy poco éxito en su cometido, he decidido compartir esta pequeña narración, (que algunos ya conocéis) como testimonio de que no siempre me gobernó este silencio (sensato y cobarde a partes iguales) y de la existencia - en un recoveco tenebroso, recóndito y poco aireado - de mi Nido de Sombras.</span></div>
<div align="left">
<br /></div>
<div align="left">
<span style="font-family: Georgia;">Kalímera es un personaje que apenas ha caminado bajo la luz de ningún sol, principalmente porque se trata de ese lobo al que prefiero no alimentar, por si las moscas.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Georgia;">Espero que os guste.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Vallefresno, cercanías del Puesto del Hachazo.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Kalímera sonrió mientras la cálida y dulce sangre de la joven kaldorei le bañó el rostro en un chorro que a ella le supo a gloria. Se relamió y saboreó tanto como pudo ese fugaz instante en que la vida abandonó abruptamente y entre estertores ese hermoso cuerpo creado para una larga existencia. Sin duda, había sido demasiado fácil y ahora tenía ganas de medirse con algo que le saciase el apetito que esa florecilla había despertado.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Siguieron días de recaditos para la Horda, tediosos más que nada. Muertes obtenidas sin esfuerzo. Aunque resultase hasta divertido cobrarse las cabezas de demonios más o menos importantes, por ejemplo, el ansia no hizo más que crecer.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Y, cuando menos se lo esperaba, se topó con lo que estaba buscando.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Su misión era mermar los efectivos de la Avanzada de Plata, tarea que realizaba con sumo gusto y brutal efectividad. Ya había abatido a muchas. Ésta iba a ser simplemente la siguiente, aunque estaba debatiéndose con habilidad y determinación. Caería, pero no sin agotar todas sus posibilidades: Esa Centinela estaba dispuesta a sobrepasar sus límites.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;"><i>Esa mirada... </i>- Kalímera quedó prendada por el fiero brillo de esos ojos. Sintió que la retaba. Y, por supuesto, recogió el guante. El diálogo de los aceros resultó fluido y estimulante. Quedó bastante satisfecha.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Podría haberla decapitado, dispensándole una piadosa muerte; O cercenado un miembro con "Fe" (su querida Hojaruna) y haberla dejado desangrándose, como había hecho con otras. En cambio, se limitó a castigarla de tal modo a base de tajos en zonas no vitales, que cayó a sus pies sin fuerzas para seguir combatiendo.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Entonces, la desarmó y la despojó de todas sus pertenencias rápidamente. Se aseguró de que no moriría allí, vendándole las heridas y sanándola lo suficiente como para que soportara el trajín del transporte. La ató de pies y manos, la amordazó y la cargó a lomos de Catarsis, su corcel impío.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Por su valor, esa luchadora recibiría el Don del Conocimiento y, ella, a cambio, vería por fin saciada su sed. Eso había decidido.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Habilidad, sutileza, tenacidad, herramientas adecuadas, un lugar tranquilo y tiempo para dedicarlo al Arte. Esos requisitos indispensables los tuvo muy en cuenta. Mientras se alejaba al galope del Refugio de la Algaba, pensó en un refugio seguro y al amparo de los elementos, pues la tarea que tenía entre manos podía llevarle varios días.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">En la costa repleta de ruinas y habitada por los naga, no muy lejos de la Avanzada Zoram'Gar, tomó para sí un precario habitáculo y lo convirtió en su Santuario. El inconfundible aroma energético del mar, el hipnótico rumor de las olas lamiendo las arenas salpicadas de espuma y de salitre... Era un entorno de ensueño. Allí, los chillidos de las gaviotas se confundieron con otros gritos, cuando la Dama de la Muerte inició su particular danza con la elfa de la noche.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Y por tres días y otras tantas noches mostró a su alumna paisajes inéditos: Desde las más altas cimas hasta las simas más profundas. Puso a su alcance sensaciones desconocidas para casi todos y le descubrió verdades inconcebibles sobre sí misma. Y la mujer Kaldorei, generosa y conmovida, recorrió la Senda de la Iluminación tal y como ella había previsto: Su cuerpo y su alma se estremecieron y se entregaron completamente en un húmedo y cálido temblor lleno de sentimientos contradictorios, que se armonizaron paulatinamente hasta llegar al funesto y liberador final.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Kalímera no desperdició ni una gota de esa sagrada sangre.</span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Había sido una ceremonia tan inolvidable como agotadora. Ahora estaba satisfecha y sabía que con un leve descanso le bastaría para sentirse completamente renovada. </span></div>
<div align="justify">
<br /></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Sonriente, se disponía a arrojar los restos de la infortunada (que previamente había troceado y metido en un saco ) al mar, cuando se sintió observada.</span></div>
<div align="justify">
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">Le faltó tiempo para lanzar al agua el saco con carne dentro, desenvainar la Hojarruna y buscar a su enemigo. Nadie la atacó: Una extraña ánima, en cambio, le hizo señas y le susurró un misterioso mensaje. Al parecer, alguien quería hacer tratos con ella...</span></div>
<span style="font-family: Arial; font-size: large;">- Acudiré, respondió. - Pensó: <i>¿Será una trampa?</i></span>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-16103848440564997192011-04-22T19:07:00.003+02:002011-09-18T19:53:28.617+02:00Evidencias Físicas.<div align="justify">
Chisporroteaba acogedor el fuego en la gran chimenea del Mesón La Horca, aquella noche. El salón estaba concurrido y había un cierto trajín de personas que subían y bajaban las escaleras hacia la planta superior.</div>
<div align="justify">
No quedaba una sola habitación libre. Tampoco estaba el ayudante, y la tabernera renegada hacía gala de su proverbial malhumor al tiempo que, más que atender, despachaba con malos modos a los clientes que tuvieran la osadía de respirar, cosa que resulta una saludable e imprescindible costumbre para todos… salvo para los no-muertos.</div>
<div align="justify">
- ¡Vivos! – Mascullaba disgustada Rennée, refunfuñando quién sabe qué horrendas maldiciones para sus adentros.</div>
<div align="justify">
Con lo feliz que sería ella morando apaciblemente en el Mesón, sin soportar algarabía ni griterío; sin servir a molestas y sucias criaturas que se quejaban por la peculiar composición y estilo de los platos que cocinaba. ¡Desconsiderados! ¡Como si fuera fácil condimentar cuando se ha perdido el sentido del gusto! Mientras le entregaba unas llaves, fulminó con la mirada oscura de sus cuencas vacías al enésimo elfo libertino que le pagaba por pasar un rato a puerta cerrada con casquivana compañía de risita tonta. Estaba hartísima de repasar los cuartos. Tenía que airearlos, cambiar las sábanas y fregar el suelo con lejía si quería eliminar el insoportable tufo a animal en celo que los impregnaba irremediablemente tras cada visita.</div>
<div align="justify">
En un rincón, al lado del gran ventanal siempre cerrado, un hombre y una mujer charlaban reposadamente. Parroquianos del lugar, no llamaban la atención ni hacían mucho ruido. Tampoco daban el perfil del “renegado medio”: Nada de harapos ni vendajes mugrientos; Nada de huesos al aire, ni carcajadas siniestras incontrolables, ni miradas furibundas o asesinas a los foráneos… Y, pese a que uno estuviera bebiendo tranquilamente un licor y la otra paladeara una sopa calentita, era obvio que ambos estaban bien muertos.</div>
<div align="justify">
A él le traicionaban la flaccidez y el macilento color de su piel, además de un extraño rictus en el rostro demacrado. Siseaba al hablar, cosa que le otorgaba un matiz cómico, dentro de lo macabro del conjunto. En cuanto a la fémina, si no fuera por el antinatural fulgor ambarino de sus ojos y el aura necromántica que desprendía, cualquiera diría que estaba viva y se había llevado un gran susto, dada la palidez mortal de su rostro, o que pasaba frío, viendo cuán amoratados estaban sus labios.</div>
<div align="justify">
- <span style="color: white;">Estoy preparada</span>. – Dijo la mujer depositando con cuidado la cuchara dentro del plato vacío. Miró a su compañero, esperando.</div>
<div align="justify">
Valdor frunció el ceño un momento, sin comprender a qué venía esa frase.</div>
<div align="justify">
- <span style="color: white;">Me dijiste que me ayudarías a averiguar más sobre mi fallecimiento, que me… examinarías cuando estuviera preparada.</span> – Aclaró Margueritte a media voz. – <span style="color: white;">Si es posible, quisiera que lo hicieras ahora mismo.</span></div>
<div align="justify">
El investigador asintió. Sin pronunciar ni una palabra, apuró el contenido de su copa y se levantó. Intuitivo como era, imaginaba lo que le habría costado a la sacerdotisa tomar esa decisión. No iba a ser una tarea agradable ni sencilla para él y seguramente sería muy embarazoso para ella.</div>
<div align="justify">
Contuvo su hilaridad ante la airada reacción de la posadera al pedirle hospedaje. Estaba claro que se había formado una idea equivocada de para qué necesitaban intimidad y le entregó las llaves con un bufido despectivo.</div>
<div align="justify">
Comprobó primero que llevaba consigo todo lo necesario para desempeñar su arte. Enseguida, sin darle tiempo a Margueritte para arrepentirse, le indicó que subieran al primer piso. Abrió la puerta de la habitación, invitó a pasar a la ya nerviosa joven y echó el cerrojo.</div>
<div align="justify">
No hizo falta que se lo pidiera. Sonrojada (¿puede ruborizarse un cadáver) y respirando algo más agitadamente que de costumbre (¿pero no quedamos en que los muertos no respiran?), Margot se acercó a la cama y, de espaldas a él, se desvistió. Puso la ropa, doblada y ordenada, a los pies del lecho.</div>
<div align="justify">
Lo que vio le hubiera llenado de espanto, si no estuviera más que acostumbrado a todo tipo de visiones horribles: Esa espalda había sido lacerada a conciencia; Un látigo dirigido por manos tan crueles como expertas se había cebado en ella, buscando causar el máximo dolor posible sin afectar órganos vitales. El castigo llegaba hasta nalgas, muslos, le atravesaba el torso… A sus ojos cansados y expertos no le pasaron desapercibidos los moratones, mordiscos y arañazos delatores de palizas y otros maltratos anteriores. Resultaba obvio el tormento por el que había pasado esa mujer que se había girado hacia él temblando y mordiéndose el labio, luchando por contener el instinto de cubrir su desnudez con las manos. Tensa, vulnerable, miraba fijamente hacia un rincón con los puños apretados mientras regulaba su respiración, intentando mantenerse digna pese a todo.</div>
<div align="justify">
Buscó infructuosamente la herida final, la causa de la muerte. Las lesiones que tenía ante sí no bastaban para acabar con la vida, aunque sin duda la habrían dejado sumamente débil. Además, necesitaba recabar otro tipo de información.</div>
- ¿Recuerdasss algo del sssitio en que essstabasss?<br />
- <span style="color: white;">Frío. Tenía mucho frío. Creía que moriría congelada.</span><br />
- ¿ Olía a humedad, a cerrado? ¿Sssentisssste corrientesss de aire? ¿Vissste algo?<br />
<span style="color: white;">No </span>- Margot negó también con la cabeza. - <span style="color: white;">Llevaba los ojos vendados.</span><br />
- Lo que te tapaba los ojossss… ¿era tela fina… un trapo ssssucio?…<br />
<div align="justify">
- <span style="color: white;">No era muy grueso… Llegó a estar pegada a mí y… No sé…</span> - La impotencia amenazaba con quebrar la frágil entereza de la mujer – <span style="color: white;">Yo… solamente recuerdo las palizas y …</span> – Hizo una pausa, tragó saliva –<span style="color: white;"> Luego… me colgaron con los brazos y piernas en aspa… Las ataduras mordían…</span></div>
<div align="justify">
Margueritte calló, incapaz de seguir relatando lo sucedido.</div>
<div align="justify">
Con tacto exquisito, el veterano investigador rehusó hacer nuevas preguntas y examinar de cerca las lesiones más íntimas. Prefería dejarle esa tarea a Crowen, en el caso de que fuera imprescindible. Ya tenía evidencias sobradas para hacerse una idea de qué tipo de bestias habían matado a Margueritte.</div>
<div align="justify">
Le resultó curioso el detalle de que las marcas en muñecas y tobillos fueran finas, de cordón más que de cuerda, cuando la víctima, según lo referido, había estado mucho tiempo suspendida. Minucioso, fijó su atención no en sus muñecas, cuyas marcas de rozamiento eran profundas debido al peso que habrían soportado, sino en los tobillos, que, pese a estar marcados, no habían sufrido el mismo deterioro. Descubrió con asombro señales de eslabones. ¡¿Así que la habían encadenado?! Y no con unos grilletes al uso, no. El escaso grosor indicaba que el material usado era muy resistente y la finura del trabajo parecía cosa de artesanía élfica.</div>
<div align="justify">
Decidió que la naturaleza de esas cadenas podía ser un buen hilo del que tirar y le pidió a Margueritte que se sentara sobre la cama. Acto seguido, con delicadeza y esmero, espolvoreó con unos polvos oscuros los tobillos de la sacerdotisa. Luego aplicó papel absorbente sobre cada uno ellos. Sonrió al ver el resultado de tanto primor: Había obtenido un estupendo calco.</div>
<div align="justify">
Con él pensaba acudir a los herreros que conocía, en busca de respuestas.</div>
<div align="justify">
Tras informarle y obtener su aprobación para continuar con las pesquisas, dejó a la azorada sacerdotisa en la habitación, vistiéndose.</div>
<div align="justify">
Bajó las escaleras en plena efervescencia mental. Tenía un complicado misterio por resolver. Y los enigmas lograban que Valdor Skarth se sintiera agradablemente vivo.</div>
Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-67908986373049879362011-03-10T19:00:00.000+01:002011-09-18T19:53:09.289+02:00Distancia<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Querido esposo:</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<br /></div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Cuando
leas estas líneas, estaré lejos. No te inquietes ni me persigas: Nos
encontrarás, a mí y a tu hija, a salvo en Brisa Pura.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Preferiría que no vinieras a visitarnos en un tiempo. Necesito que me concedas algo de tranquilidad.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<br /></div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Sabes
que aún te amo, Beltorey. Has sido el primero y eres el único. En
cambio, bien me consta que ni fui la primera ni soy la única para ti.
Eso duele intensamente, aunque podría sobrellevarlo. No así tus excesos,
señor mío. Son indignos de tu condición y tu crianza y no estoy
dispuesta a vivir disimulando lo evidente.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<br /></div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Además,
no hay sitio para mí en la casa de tu madre. Hemos discutido en
innumerables ocasiones por su causa. Nada más añadiré. Esta “plebeya
advenediza y pueblerina” prefiere vivir sola, sin servidumbres.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
No
permitiré que nuestra criatura se críe en un ambiente tan artificial y
enrarecido. Guaxara es poco más que un bebé, pero se da cuenta de
muchas cosas. Quiero que crezca y se convierta en una elfa como Belore
manda y no en una estúpida prepotente.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<br /></div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Hace
rato que ha caído la noche. El canto del búho indica la hora propicia
para partir. Las estrellas iluminan el camino y la luna me sonríe. Me
fundiré con las sombras de nuevo. Puede que incluso me dé un último
chapuzón en el lago antes de abandonar Corona del Sol. A tu hija también
le gusta el silencio ¿lo sabías?. Su sonrisa lo merece todo, amor.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<br /></div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Cuídate. Te dejo, pero siempre estoy contigo.</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<br /></div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
Se despide con un beso</div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
tu esposa, </div>
<div style="font-family: Georgia,"Times New Roman",serif;">
<i>Zulema</i></div>
Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-49310014008747168792010-12-16T17:17:00.008+01:002010-12-16T17:21:43.943+01:00Romanza del corazón roto: Buenas intenciones.<div align="justify">Arrodillada en el Cementerio de Rémol, junto a su corpulento amigo, que se desangraba sin remedio, la sacerdotisa recordó el famoso refrán: “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.”</div><div align="justify">Mientras charlaban, repentinamente, se le habían abierto las carnes en horrorosas heridas sin motivo aparente y por ellas se le escapaba la vida a chorros. Era la prueba de que la increíble historia que le relataba era cierta: Estaba siendo utilizado por la Bruja de los Tauren, la Señora de los Tótemsiniestro.</div><div align="justify">Creyendo salvar a Margue de la poderosa hechicera, Rinark en realidad la había puesto en peligro y, lo peor, había comprometido la seguridad de ese Círculo “inexistente” al que pertenecían. La severa reacción de Ahti y del resto de compañeros era lógica: No había lugar entre ellos para un traidor, ni aunque hubiera errado por amor.<br />
<br />
</div><div align="justify">Agonizaba largamente, pero el druida se resistía. La Bruja no lo quería muerto, sino sometido.<br />
<br />
</div><div align="justify">Tras lo que a ambos les pareció una eternidad, poco a poco restañaron las heridas. Cesó el dolor. El pobre tauren, sin embargo, apenas podía moverse, agotado y maltrecho.</div><div align="justify">Asustada y conmovida, la no-muerta cedió a la extraña petición de su amigo (que le parecía otra descabellada ocurrencia del joven “aprendiz de boticario”): Le entregaría un vial de su helada sangre para que con él elaborara un remedio contra la maldición de la temible Tótemsiniestro.<br />
<br />
</div><div align="justify">Tiempo después, Margueritte supo cuán grave había sido el error: Rinark no debía temer desangrarse… Porque estaba más cerca de ser un auténtico Renegado él mismo que su donante.</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-71595400780481979422010-12-16T14:22:00.001+01:002010-12-16T14:22:47.733+01:00Romanza del corazón roto: Desaparición.<p><font color="#c0504d">“Me es imposible acompañarte. Lo siento. Ve sin mí.”</font></p> <p align="justify">Margueritte había recibido la escueta nota justo antes de salir de Rémol para tomar el Zeppelín hacia Cima de Trueno. Había terminado cediendo a los ruegos de Rinark, principalmente porque sabía que tenía razón y necesitaba alejarse del enrarecido ambiente que se respiraba en los Claros de Tirisfal.</p> <p align="justify">Agradables paseos, interesantes conversaciones y muchos momentos divertidos. Habían compartido tanto... Aún podía oír las escandalosas risotadas del joven tauren. Por eso le extrañó que, cuando al fin había logrado lo que se proponía, desapareciera de esa manera. No era ese su carácter.</p> <p align="justify">Embarcó sumamente intranquila, rumbo a pastos más verdes.</p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-2466536223349527242010-10-09T01:12:00.000+02:002011-10-24T18:50:53.721+02:00Reflexiones, Exabruptos y Lamentos - II<br />
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Igualados
hacia abajo,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">subsistiendo
a ras del suelo,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">clamamos
por las alas arrancadas</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">con
voces quebradas por la derrota,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">sepultados
bajo mil miserias cotidianas.</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><br /></span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Boqueamos
como peces asfixiados</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">anhelando
un trago de agua pura,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">mientras
sentimos dolorosamente</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">la
ausencia en los muñones apenas restañados</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Que
amenazan con abrirse y supurar en cualquier instante,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">rezumando
lágrimas cuyo dulce y nauseabundo aroma</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">es
el de la propia frustración</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">convicta
y confesa.</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: x-small;"><i>(9/10/2010)</i></span></div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-89442335358606861082010-10-04T18:30:00.001+02:002010-10-04T18:30:21.184+02:00Romanza del corazón roto: Espejismo<p align="justify"><font color="#ffffff">Oh, no… Por favor no… Que no diga lo que pienso que va a decir…</font> – Margueritte escuchaba a su joven amigo con el corazón en un puño.</p> <p align="justify">Estaba ante ella, oscuro, enorme y fornido,  mirándola anhelante con sus grandes ojos bermellones  como  las bayas de acebo. Y en cuanto comenzó a hablar, ella tuvo la certeza de que  esa misma tarde lastimaría irremediablemente al generoso y sensible druida llamado Rinark.</p> <p align="justify">Porque lo dijo. Pronunció las fatídicas palabras con esa voz grave y profunda que, junto a su imponente aspecto, le habían hecho olvidar que su astado compañero  no era sino un encantador adolescente necesitado de afecto.</p> <p align="justify">Margot apreciaba mucho a Rinark. Lo quería, sí. Desde su encuentro  casual en el Mesón la Horca simpatizó con el afable y dicharachero “aprendiz de boticario”. Su compañía le era más que grata y sabía que podía confiar en él, pese a su tendencia a la excentricidad. Lo vio tan noble y tan cándido que inconscientemente decidió protegerle incluso de su propio entusiasmo juvenil, si fuera eso posible.</p> <p align="justify"><font color="#ffffff">¿Y ahora,  qué? ¿Cómo se lo digo sin partirle el alma? ¿Cómo aclararle que lo que siento por él no es sino una hermosa amistad y un profundo amor… de hermana?</font> </p> <p align="justify">La mujer miró al gentil tauren directamente a los ojos y le habló lo más dulcemente que supo.</p> <p align="justify">Con ternura se explicó, mientras también a ella se le desgarraban lentamente las entrañas.</p> <p align="justify">Ojalá pudiera corresponderle.</p> <p align="justify">Ojalá no fuera tan cruel e injusta la vida, tantas veces.</p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-62944068102285174782010-09-11T16:54:00.001+02:002010-09-11T16:58:11.654+02:00Brumas de la memoria<p><font size="3" face="Georgia">Miro hacia atrás y me resulta curioso comprobar hasta qué punto la memoria puede ser cómplice y traidora al mismo tiempo. Cómo parece retener  detalles en apariencia insignificantes y convertirlos en reclamo, en la señal que marca páginas decisivas de nuestras vidas:</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">El incesante rumor de fondo provocado por el estrépito de una inmensa cascada; aromas vegetales portados por la brisa de la tarde, anunciando la continuación del eterno ciclo natural, imperturbable; el crepitar de una gran hoguera; el calor de sus llamas acariciando un tanto amenazantes la palma de mi mano dolorida, sangrante y desnuda; la cosquilleante sensación de estar participando en algo importante, aunque no supiera aún en qué medida…</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Recuerdo bien eso.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Más que las preguntas, las respuestas  y los discursos que se pronunciaron ese día, se me grabó el sentimiento de cercanía y de respeto entre personas tan diversas como las que allí estuvieron reunidas.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">De algunos apenas podría recordar sus caras y menos sus nombres: Otros llegaron para quedarse, pues nuestros caminos se cruzaron desde ese instante, quizá para siempre.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia"></font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Ahti dirigió el debate, creo. Diferentes voces fueron desgranando pausadamente los temas que se trataron.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Se habló del futuro incierto; de vigilar las oscuridades (interiores y externas) en tiempos cada vez más tenebrosos; de  lealtad en circunstancias ambiguas. </font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Valdor, (mi valedor y amigo) me presentó ante el resto. El mismo Ahti se declaró favorable a mi incorporación y Lady Crowen también mostró su apoyo dada la confianza absoluta que, confesó, sentía hacia mi “padrino”.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Para probar nuestro carácter, el Cruzado nos formuló a los aspirantes una pregunta sumamente comprometida.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Sorpresivamente, mi contestación  (al parecer errónea) no resultó obstáculo para que los congregados aprobaran mi ingreso en ese Círculo.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Sinceramente,  sigo opinando lo mismo al respecto; así que continúo equivocada. Y no, no es porque me subvalore, (como amablemente me señaló el paladín elfo) sino porque ni me siento legitimada a decidir por otros ni me veo capaz de evaluar las capacidades de desconocidos.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Crowen, la Dama de la Muerte, se convirtió en mi anfitriona.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Fue ella, tan gélida en apariencia como gentil en el trato, quien se encargó de que siguiera sin perderme el ritual que me hermanó a los demás miembros de aquella singular agrupación; Quien me entregó el cuchillo con el que sellé el juramento por el que comprometía el resto de mi existencia a esa causa que daba algún sentido a mi no-vida.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Iluminada por la equívoca claridad del crepúsculo, que tiñe de irrealidad paisajes, hechos y certezas, escuché y repetí las palabras que nos unían:</font></p> <p>“Justicia y Retribución. </p> <p>Eterna como la muerte es nuestra <br />lucha, sin descanso ni tregua. <br />En el círculo nos miramos. </p> <p>Como hermanos, juramentamos. </p> <p>Siempre prevalecer. Nunca desfallecer. </p> <p>Justicia y Retribución.”</p> <p><font size="3" face="Georgia">Murmullos quedos, que se fundían con los otros sonidos del entorno en una hipnótica tonada.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Más que una declaración, era para mí una sentencia con ritmo y cadencia de letanía.  </font></p> <p><font size="3" face="Georgia">¿Sucedió realmente así, o se trata de una ensoñación con la que compenso mis carencias?</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Se me antojan tan lejanas aquellas horas lánguidas y serenas…</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Cierro los ojos, sin embargo, y evoco sin dudar ese paraje de extraña y sublime belleza:</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Paz en el ojo del huracán;  A las puertas de la iniquidad, pureza.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Mi mente y mi alma, en momentos de necesidad,  se aferran a ese recuerdo lleno de matices y de brumas.</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Y, exista o no, sea imaginado o real…</font></p> <p><font size="3" face="Georgia">Cuando se lo pido, allá regresa.</font></p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-59211974813150983932010-08-28T01:10:00.000+02:002011-10-24T18:51:12.342+02:00Reflexiones, Exabruptos y Lamentos - I<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El
silencio es un <span lang="">grito</span> que no cesa,</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">tantas
veces sofocado a duras penas;</span></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">enquistado
en una mente que estalla,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">ahíta
de vacío.</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se
atropellan unas a otras las palabras</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">ansiosas
por salir</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">y
respirar de nuevo libres.</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Mas,
temiendo al propio peso y sentido,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">quedan
paralizadas al borde de la sima</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">que
separa la sensatez de la locura;</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Hasta
que, cobardes e impotentes</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">fenecen
por asfixia,</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">víctimas
de sus respectivas sombras.</span></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div lang="" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: x-small;"><i>(28/08/2010)</i></span></div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-5857353365248088842010-08-13T20:28:00.002+02:002010-08-15T16:48:58.849+02:00Saliendo del armario equivocado: 3-Catarsis.<div align="justify">La ciudad entera se arremolinaba en torno al edificio hacia el que Ahti conducía a su “invitada”. Podría decirse que pisaban una rosquilla plana adosada a esa imponente construcción central. Amplias, sólidas y cuidadas rampas conectaban ese cinturón con el suelo, donde se ubicaban los suburbios. Una ráfaga de viento vespertino inundó sus fosas nasales con exóticos aromas. Desde donde estaban podían divisarse los tenderetes, tiendas de campaña y puestos de mercaderes que componían el grueso de los arrabales, allá abajo. </div><div align="justify">Habitaba la urbe una abigarrada mezcolanza de edades, sexos y razas, algunos absolutamente desconocidos para una asombrada Margueritte. La guardia draenei, (habitantes originales del lugar, según tenía entendido), sin ir más lejos, montaba unos enormes animales de formas más bien redondeadas y ¿trompa? en la cara. Sin lugar a dudas, hallaban refugio aquí desventurados de toda clase y condición.</div><div align="justify">Si alzaba la cabeza y esforzaba mucho la vista, llegaba a vislumbrar las dos elevadísimas plataformas en las que moraban separados por un lado los elfos de sangre y sus aliados (llamados Arúspices) y, por el otro, más arriba aún, los muy píos sacerdotes y anacoretas nativos, los celosos y vigilantes Aldor.</div><div align="justify">Los edificios, que estaban en su mayoría adosados a lo que venía a ser la muralla exterior, parecían esculpidos. Incluso surgían de las pareces simétricas formaciones cristalinas, lanzas de vidrio azulado en costados de roca viva. Como no había recorrido la ciudad, nada sabía sobre ellos.</div><div align="justify">Colores, olores, sonidos… Todo le decía a la asombrada sacerdotisa que estaba, efectivamente, en otro mundo. Y así era.</div><div align="justify">Sin embargo, conforme se aproximaban al Centro, evitando interferir en el entrenamiento de esforzados luchadores y pasando entre gentes que charlaban, reían o lloraban, Margot perdía el interés en el singular entorno: La mayor de las maravillas estaba ahí. Imposible no percibirlo.</div><div align="justify">Lo anunciaba ese intenso fulgor, columna resplandeciente, espada intangible de radiación afilada, que brotaba triunfal hacia el cielo desde la obertura de esa inmensa cúpula que culminaba el enorme corazón pétreo de la ciudad.</div><div align="justify">Lo proclamaba el viento, transmitiendo los tintineos de ese peculiar carrillón; Susurros argénteos y risas cristalinas componiendo una entrañable tonada de esperanza que sonaba más clara y más fuerte contra más se acercaban.</div><div align="justify">Traspasó, expectante el umbral.</div><div align="justify">Entonces lo vio.</div><div align="justify">Energía en estado prácticamente puro. Imbuido con el poder que otorgan la sabiduría y los conocimientos adquiridos durante eones. Henchido de Gloria e irradiando el gozo de, simplemente, existir, flotaba ingrávido. De él emanaba Paz y a Margot le pareció que sonreía amoroso, aunque su abstracta y poliédrica manifestación física careciera de rostro.</div><div align="justify">A’Dal, el Naaru, el Ser de Luz, proseguía su particular danza, aparentemente ajeno al entorno.</div><div align="justify">Sin darse cuenta, la mujer había caído de rodillas, postrándose ante Su Presencia. El Cruzado, muy atento a las reacciones de la “renegada”, pudo notar cómo se le aceleró la respiración y cómo de sus ambarinos ojos pulsantes surgieron las primeras lágrimas.</div><div align="justify">La no-muerta lloraba vuelta hacia Él, de hinojos, arrobada y absorta.</div><div align="justify">Extrañamente, no era ni añublo ni ponzoña lo que surcaba su cara: Eran gotitas casi transparentes que destellaban fugazmente en su camino hacia el suelo.</div><div align="justify">Margueritte, absolutamente sobrepasada por la oleada de sentimientos que la invadían, e incapaz de atender a nada más que al Ser de Luz, había olvidado incluso por qué o para qué había acudido.</div><div align="justify">Sólo sabía que A’Dal, durante una fracción de segundo, había posado Su atención en ella, criatura inferior e indigna… <i><b>Y la había acogido</b></i>, dándole la bienvenida.</div><div align="justify">Reparó entonces en su anfitrión, quien no le quitaba ojo de encima.</div><div align="justify">- <span style="color: white;">Él me ha reconocido,Ahti.</span> – No podía detener ese llanto liberador y le costaba hablar. - <span style="color: white;">Ha visto a la mujer que fui, la que soy, la que seré… </span></div><div align="justify">No le reveló la certeza íntima de que estaba llamada a formar parte de Sus huestes, cuando estuviera preparada. Ni que, por fin, y gracias a Él, había comprendido y asumido que su “naturaleza” era una circunstancia que no alteraba su esencia. Ella, <i>su alma</i>, pese a todo, <i>era la misma</i>.</div><div align="justify">El Cruzado asintió lentamente. Se percató de que había transcurrido más tiempo del que creía y se preocupó por la tardanza de su compañero, pero justo cuando salía a buscarlo vislumbró la inconfundible silueta de Theron cerca de la entrada.</div><div align="justify">La sacerdotisa, conmocionada y hondamente conmovida, apenas fue consciente de lo que sucedió a continuación: Los elfos conversaban e intercambiaban miradas cómplices entre sí; Ahti dijo algo sobre que <span style="color: yellow;">su llegada era una bendición</span>… Estaba saturada. Ese encuentro la había agotado física, mental y anímicamente. Distraída, seguía la conversación con dificultad, y sus respuestas eran monosílabas, maquinales.</div><div align="justify">Debieron percibir su estado, pues se ocuparon de proporcionarle alojamiento y la dejaron en la posada, para que se recuperase de la fuerte impresión que producía, por lo visto en cualquiera, esa “primera vez con A’Dal” .</div><div align="justify">Suave, ligero como la brisa, hasta los educados oídos de Margueritte Eleanore Edhelstein llegaba el eco de la jovial, cristalina y etérea voz del Naaru.</div><div align="justify">Ese inefable cántico de virtudes y de dicha que permanecería grabado en su memoria para siempre.</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-18516687329155739712010-07-29T17:23:00.001+02:002010-08-15T16:54:57.001+02:00Saliendo del armario equivocado: 2-Preguntas.<div align="justify">Luz. Luz a raudales. Tres personas (dos varones y una mujer), pestañearon y se observaron entre sí, enmudecidas por la perplejidad. Gestos muy similares para individuos bien dispares:</div><div align="justify">Ella, cadáver andante reciente, fresquísimo y extraordinariamente lozano; humana ataviada con sencillas ropas de tela ligera y un simple bastón como defensa, se bajó la capucha de su casi raída capa para examinar mejor a los dos elfos, quienes no le quitaban ojo de encima al tiempo que se interrogaban mutuamente con la mirada.</div><div align="justify">Ellos parecían ser las dos caras de la misma moneda: Día y noche, Sol y Sombras, Santo y Diablo. Imposible discernir cuál de ellos era más atractivo, cada uno a su manera.</div><div align="justify">El “altonato” de cabello rubio platino, alto y fornido, rezumando virilidad por cada poro de su piel curtida en mil batallas; embutido en una armadura de placas, cubierto con el tabardo de la Cruzada Argenta, brillaba por sí mismo. En su gentil y masculino rostro se podía leer sorpresa con un cierto matiz de diversión cuando le dirigió la palabra a su compañero, con sorna.</div><div align="justify"><span style="color: yellow;">-</span> <span style="color: yellow;">¿Puedes explicarme qué ha fallado esta vez?</span></div><div align="justify">El interpelado era, sin duda, un elfo “de sangre”. Joven dentro de la madurez, sus rasgos, andróginos y delicados, expresaban decepción y desconcierto a partes iguales. Su larga cabellera negra como ala de cuervo se agitó con vida propia y tintinearon las ostentosas joyas que engalanaban los dos cuernos de macho cabrío que coronaban su despejada frente. Innegablemente, se trataba de un “elfo vil”. Aunque las telas de sus ricas vestiduras las ocultaban casi por completo, se hacían notar las ominosas runas demoníacas que escarificaban su pálida piel, refulgiendo en tonos verdes fosforescentes.</div><div align="justify"><span style="color: #8000ff;">- No lo sé… No lo entiendo…</span></div><div align="justify">Se miraron nuevamente entre sí, en silencio. Y clavaron sus respectivas miradas en la mujer. Ésta notó perfectamente cómo era inspeccionada y se sonrojó: Parecían pretender desnudarle el alma… y el cuerpo, ya de paso. Calló, sin embargo. No creía estar en posición de objetar ni de resistirse.</div><div align="justify">Su evidente mansedumbre y el hecho de no ser objetivamente una amenaza, lograron rebajar la tensión del momento. El imponente rubio volvió a dirigir su atención hacia el moreno.</div><div align="justify"><span style="color: yellow;">- ¿Todo bien? Ya es la TERCERA VEZ que te pasa…</span></div><div align="justify">El elfo vil, brujo sin lugar a dudas, no sabía qué contestar. Estaba seguro de haber procedido correctamente, de haber ejecutado el ritual tal y como era debido. Socarrón, el luminoso rubiales hurgaba con ganas en esa llaga producida en el amor propio del hechicero.</div><div align="justify">Margueritte reparó entonces en que no era la primera vez que se encontraba con “Don Brillante”: Lo había visto saliendo del Mesón la Horca, pavoneándose ufano y burlándose de Sir Clemens (¡si le espetó al Caballero de la Muerte que se relajara, que parecía llevar una espada insertada en el trasero!). Recordó incluso haberlo bendecido, instintivamente. ¡Las vueltas que da la no-vida!</div><div align="justify"><span style="color: yellow;">- Si has invocado a Valdor… ¿Cómo es que ha aparecido… ella?</span></div><div align="justify">No teniendo explicación plausible para eso, el perturbador Maestro de las Sombras se limitó a encogerse de hombros una vez más.</div><div align="justify">¿Habían dicho <i>Valdor</i>? Quizá no fuera casualidad, quizá…</div><div align="justify"><span style="color: white;">- Disculpen… Cuando hablan de <i>Valdor</i>… ¿Se refieren a <i>Valdor Skarth</i>, por ventura?</span></div><div align="justify">Como un resorte se giraron hacia Margot, al unísono, y fijaron toda su atención en la no-muerta, con una mezcla de expectación y de recelo.</div><div align="justify"><span style="color: white;">- Yo conozco a Valdor Skarth. Ya saben: Es un brujo renegado , inteligente, educado… De hecho, acababa de marcharse cuando… Bueno, ha sucedido <i>esto</i>.</span></div><div align="justify">Más miradas inquisitivas.</div><div align="justify"><span style="color: white;">- Me llamo Margueritte Edhelstein, perdonen mi descortesía.</span></div><div align="justify"><span style="color: silver;">Don Brillante llevaba la iniciativa.</span></div><div align="justify"><span style="color: yellow;">- Yo soy Ahti y él <span style="color: #cccccc;">– señaló al atribulado hechicero –</span> es Theron Solámbar. Mucho gusto.</span></div><div align="justify">La sacerdotisa correspondió a los saludos bendiciendo a ambos. Ahti reaccionó parpadeando, un tanto sorprendido. En cambio, Theron, dió un respingo y hubo de contenerse, pues la salva de Luz sagrada le produjo un escozor considerable. Sin embargo, agradeció el gesto inconsciente de la humana con una leve inclinación de cabeza.</div><div align="justify"><span style="color: silver;"><span style="color: white;">- Lo siento… –</span> <span style="color: #cccccc;">Se disculpó Margueritte, azorada al comprobar el resultado de su acción.</span> – </span><span style="color: white;">No pensé… Tendría que haberlo supuesto. Perdóneme.</span></div><div align="justify">Ciertamente, debía habérselo imaginado: No podía acercarse al morenazo sin que una comezón preocupante le avisara de que sus heridas se abrirían si no mantenía prudentemente las distancias. Era demasiado evidente que el tentador sin’dorei tenía, a estas alturas, casi tanto de demonio como de elfo.</div><div align="justify"><span style="color: silver;"><span style="color: #8000ff;">- No se disculpe, Señora. No es nada. Gracias por la bendición.</span> – </span><span style="color: #cccccc;">Gentil y calmado, el elfo vil continuaba observándola, igual que su camarada.</span></div><div align="justify"><span style="color: silver;"><span style="color: white;">- A la Sagrada Luz sean dadas…</span> <span style="color: #cccccc;">– Años de costumbre pusieron en sus labios la respuesta.</span> – </span><span style="color: white;">Por favor, no me llaméis señora, pues no lo soy. Si deseáis darme un título… es <i>hermana.</i></span></div><div align="justify">Ahora que estaba más tranquila, Margot captó el lado cómico de la situación:</div><div align="justify">Allá estaban, de pié, parados los tres, un tanto descolocados, inspeccionándose visualmente como si así pudieran conocer sus secretos más profundos, e intentando mantener la educación y el tipo. Los dos elfos, incluso, parecían mantener un diálogo con la mirada, como si pudieran leerse el pensamiento el uno al otro. Se mordió los labios, reprimiendo una carcajada cuando se enzarzaron en una mini-discusión y llegó a oír que “<span style="color: yellow;">Ya se nos coló un demonio, que lo tuvimos infiltrado entre nosotros ¡DOS SEMANAS! Imagina… ¡DOS SEMANAS nos tuvo engañados!… ¡A NOSOTROS!</span>”. Ese tono de indignación suprema rozaba lo ridículo, pero resultaba entrañable y encantador. ¿Acaso se creían infalibles? ¿Tanta experiencia tenían en ese tema? Margueritte nada tenía que ocultar (al menos no a ese respecto) y respiró mucho más tranquila: Ahti, “Don Brillante”, se mostraba como alguien digno de confianza, bastante alejado de la impresión que le ofreció aquélla noche en el Mesón de Rémol. Respondió sinceramente y sin rodeos a las preguntas que le formularon. Aún y así, no terminaban de estar satisfechos. Era normal y no los culpaba por ello: Aparecer cuando a uno ni lo llaman ni lo esperan suele generar desconfianza, como mínimo.</div><div align="justify"><span style="color: yellow;">-Comprenderéis, hermana, que, dadas las circunstancias, antes de confiar en vos debemos asegurarnos… Recurriré a un método algo drástico, pero infalible:</span></div><div align="justify">El Cruzado endureció el gesto. La sacerdotisa, por su parte, tragó saliva y se preparó para lo peor.</div><div align="justify"><span style="color: yellow;">– Os llevaré ante A’Dal.</span></div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-42979555221715876232010-07-25T16:35:00.001+02:002010-07-25T16:35:56.687+02:00Saliendo del armario equivocado: 1-Llamada.<p align="justify"><font color="#ffffff">- Desde luego… ¡Sí que tiene prisa! <font color="#c0c0c0">-</font> </font><font color="#c0c0c0">Se </font><font color="#d7d7d7">encogió de hombros la encapuchada, mientras contemplaba cómo su compañero de fatigas se alejaba raudamente.</font></p> <p align="justify">Esta inusual “espantada” por parte del comedido hechicero la había desconcertado. Puesto que tampoco era cuestión de quedarse plantada en medio del camino, la mujer decidió reemprender la travesía.</p> <p align="justify">Súbitamente, la embargó una desagradable y apremiante sensación: Era  como un retortijón incontrolable, una especie de llamada urgente tremendamente similar a esa incómoda sublevación intestinal que culmina en indisposición suprema y en evacuación perentoria.</p> <p align="justify">- <font color="#ffffff">¡Imposible!</font></p> <p align="justify">Mareada, no tuvo tiempo para reaccionar: La engulló un pulsante torbellino púrpura de sombras; notó cómo se descomponía en  incontables y minúsculos fragmentos  con conciencia propia para, casi en el mismo instante, reagruparse dolorosa e íntegramente, retornando a la normalidad.</p> <p align="justify">Abrió los ojos, aturdida, mas hubo de cerrarlos, deslumbrada. Necesitó unos segundos para acostumbrarse. Cuando lo hizo y pudo observar a su alrededor, quedó paralizada por el asombro.</p> <p align="justify">Y es que ella, Margueritte Eleanore Edhelstein, acababa de salir de una especie de tétrico armario,  de un inquietante ataúd  creado mediante energía vil  con hechuras de… ¡letrina!.</p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-40620222046635715322010-07-14T14:35:00.001+02:002010-07-14T14:35:46.777+02:00La propuesta<p align="justify">Tarde apacible y con buen tiempo en las tierras del antaño poderoso Reino de Arathi.</p> <p align="justify">Dos renegados cabalgaban al trote por el camino empedrado, con la intención de cumplir un par de encargos sencillos y dedicar el resto de la tarde a sus respectivos asuntos.</p> <p align="justify">Los dos jinetes estaban de buen humor, dentro de lo posible y cada uno a su manera. La sacerdotisa meditaba sobre los sucesos del día y el brujo, cortés como de costumbre, amenizaba el trayecto con su ingenioso verbo.</p> <p align="justify">Sin venir a cuento, y cuando estuvo seguro de que tenía toda la atención de su compañera, Valdor se decidió por fin y expuso el tema que realmente le interesaba: Deseaba hacer partícipe a Margueritte de un secreto e implicarla en ese proyecto tan importante para él.  Sabía que la mujer no traicionaría su confianza. También intuía que ella compartía en gran medida sus ideales, de manera que el riesgo era mínimo.</p> <p align="justify">Y se lanzó:</p> <p align="justify">Su voz siempre cansada, sus eses eternas y arrastradas descubrieron a Margot la existencia de un Círculo. Un pequeño grupo de personas que luchan contra los Monstruos incansablemente. En el más absoluto de los secretos. Sin tregua. Sin sometimiento a más autoridades que ellos mismos y sin más ataduras que su lealtad y su conciencia.</p> <p align="justify">Le habló también de Missao, su Enemiga. Una ¿mujer? para la que el apelativo de Monstruo quedaba corto; Una perversa hechicera que había recorrido gozosamente y sin pestañear todos los peldaños necesarios para dejar atrás la humanidad y transformarse, por derecho propio, en una criatura demoníaca extremadamente peligrosa.</p> <p align="justify">Actualmente estaban en campaña contra ella. Al parecer, se trataba de un asunto urgente y además personal. Eso dedujo la sacerdotisa por el brillo que percibió en los habitualmente inescrutables ojos del tenaz investigador llamado Valdor Skarth.</p> <p align="justify">El brujo sonrió cuando de los frescos labios de Margueritte surgió esa respuesta que él preveía. ¡Cómo no iba implicarse ella en esa lucha contra la Plaga y contra las Sombras que era la suya propia!…</p> <p align="justify">Sorprendentemente, apenas hubo escuchado la contestación se despidió y partió, dejando a la sierva de la Luz perpleja y llena de dudas.</p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-23821330476649888862010-07-07T17:41:00.002+02:002010-07-07T17:45:36.791+02:00Dos son compañía<p align="justify">Magma ondeando al viento. Anémonas ondulando casi amenazadoras, enmarcando un rostro hermoso y aniñado en el que brillan con luz propia esos dos gélidos tizones almendrados; Armadura completa sombría y funcional, ocultando y protegiendo un cuerpo que se adivina escultura animada. A la espalda porta una de esas funestas Espadas con vida propia, heraldos de muerte, HojasRuna las llaman. Incluso el aire le abre paso, temeroso, cuando camina. Su presencia provoca cuando menos respeto y sólo un inconsciente o un loco desoirían lo que el instinto de supervivencia dicta: Es una  poderosa depredadora. ¡Peligro!</p><p align="justify">¿Cuanto tiempo necesitó para evaluar a Margueritte y descartarla como rival? Fracciones de segundo que se le antojaron demasiado largas a la sacerdotisa.</p><p align="justify">La mirada que dedicó a Valdor fue muy diferente: Reconocimiento, amistad, nostalgia… Alegría ante el encuentro.</p><p align="justify">El brujo apresuró el paso para reunirse con ella, agradablemente sorprendido.</p><p align="justify">-¡Crowen! ¡Qué alegría!… No esssperaba encontrarte por aquí…</p><p align="justify">Corteses saludos y presentaciones. Con una punzada de ¿celos?, Margot se mantuvo discretamente al margen.</p><p align="justify">Que entre Valdor y la Dama de la Muerte había una relación muy profunda era más que evidente: La “química” flotaba en el aire.</p><p align="justify">Ellos tendían mucho que contarse y Margueritte no quería ser un estorbo, así que se despidió.</p><p align="justify">En solitario reemprendió el camino de vuelta a la cochambrosa posada de Molino Tarren.</p><p align="justify">Dos son compañía.</p>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-15461183503797377402010-06-06T13:30:00.001+02:002010-06-06T13:30:00.695+02:00Batalla de Trabalomas II: Combate.<p><font face="Georgia">Una ardiente columna de Fuego Sagrado que abate al campesino agresor es la respuesta a mi plegaria muda. Siento cómo emerge vibrante la energía sacra, entonando conmigo cánticos de misericordia y de castigo, mientras mi sangre no-muerta bulle efervescente, revitalizada, debido al fragor de la lucha.</font></p> <p><font face="Georgia">A pesar de los pesares, aún siendo la impura sombra de quien fui, Ella, la Luz, está conmigo. Como siempre. En la Vida y en la Muerte y más allá de toda explicación o merecimiento, incluso cuando mis acciones no sean loables (como ahora), Ella me respalda y me sostiene.</font></p> <p><font face="Georgia">Doy las gracias al tiempo que pido perdón por la violencia desatada: Recé por que no hubiera oposición a nuestra incursión en estas fértiles tierras de labranza; Mas estaba escrito que hoy sería el último para los desdichados defensores que han osado interponerse en el camino de Valdor y su demonio abisario.</font></p> <p><font face="Georgia">Yo no quiero matar.</font></p> <p><font face="Georgia">Quienes ahora se abalanzan sobre mí, invasora aberración sobrenatural, hace tan poco eran mis compatriotas, mis hermanos… Les ruego que nos dejen hacer, que no desperdicien sus vidas, pero no me escuchan.  Parecen ver solamente mis ojos refulgiendo en ámbar pulsante y a buen seguro sienten esa escalofriante aura necromántica en la que estoy imbuida. Atacan airados, resueltos. Para ellos soy el Mal encarnado: Debo ser destruida a toda costa.</font></p> <p><font face="Georgia">Me veo obligada a abatirlos.</font></p> <p><font face="Georgia">Intento incapacitarlos, simplemente. No así Valdor, quien se desvela como la letal máquina de guerra que en realidad es: Eficiente hasta extremos aterradores, desata contra nuestros adversarios la ira del infierno, dispensando dolor y muerte sin un ápice de compasión ni remordimiento.</font></p> <p><font face="Georgia">Mi cometido es mantenerlo activo, en buenas condiciones para que nuestra misión sea culminada con éxito. Y lo cumplo.</font></p> <p><font face="Georgia">Nos abrimos paso a sangre, sombra y fuego. Obtenemos lo que buscamos. Nos retiramos.</font></p> <p><font face="Georgia">Atrás quedan los cuerpos inertes, los malheridos y los maltrechos. Sonarán llantos y promesas de venganza, de nuevo, en las Laderas de Trabalomas.</font></p> <p><font face="Georgia">No creo que soporte repetir algo así otra vez: Siento que se me parte el alma. A mi compañero de fatigas no le ha pasado desapercibido mi estado de ánimo (demasiado perceptivo, el muy brujo) e intenta aligerarme la carga:</font></p> <p><font face="Georgia">- Alguien tenía que hacerlo. Sabessss que sssi no íbamoss nosssotrosss, irían otrosss. Y asssí afinasss tusss habilidadesss.</font></p> <p><font face="Georgia">Demoledoramente cierto. Sonrío a mi pesar y acepto la bebida que me ofrece, tragándome los reproches y las lágrimas.</font></p> <p><font face="Georgia">Tengo miedo. Miedo a convertirme finalmente en ese monstruo que he visto reflejado en los ojos de mis contrarios cuando me golpeaban.</font></p> <p><font face="Georgia">Esta noche soy incapaz de conciliar el sueño: Sólo puedo orar por ellos y por mí. Por todos.</font></p> <p><font face="Georgia">Compruebo entonces, asombrada y conmovida, que, después de esto; de lo que he hecho, de lo que ha pasado…</font></p> <p><font face="Georgia">¡La Bendita Luz sigue conmigo!.</font></p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-6559047207540385912010-05-30T16:23:00.001+02:002010-06-01T01:10:34.844+02:00Batalla de Trabalomas<p align="justify">Brilla el sol e ilumina la hierba, insultantemente verde. No muy lejos, puede verse la nieve coronando las montañas de Alterac. Las tortugas nadan indolentes en el río, que canta camino a su desembocadura. Una paloma se las ingenia para huir del halcón que la daba por presa segura. Los osos patrullan incansables en busca de cualquier alimento y las arañas gigantes de la región no les van a la zaga: Nadie quiere pasar hambre. La vida bulle y sigue su curso en las Laderas de Trabalomas…</p> <p align="justify">Excepto en Molino Tarren.</p> <p align="justify">Unas seis casas de madera en pié, tétricas y desvencijadas, alrededor de una iglesia con campanario en también penoso estado, de la que parecían haberse escapado los libros que yacían desparramados por las escaleras y aledaños, expuestos a la intemperie;  árboles frutales secos y escuálidos en un campo de cultivo estéril, abandonado; un granero destartalado cerca del estanque en el que una barca vacía esperaba en vano que alguien se atreviera a usarla… Ese desolador panorama abofeteó de pleno a Margueritte en cuanto se recuperó de su habitual mareo post-vuelo.</p> <p align="justify"><font color="#ffffff">- Luz Bendita…</font></p> <p align="justify">Y es que encima tenía la orden tajante de ponerse a entera disposición de las fuerzas no-muertas del lugar.</p> <p align="justify">La Suma Ejecutora  Darthalia estaba al mando en aquel deprimente enclave estratégico, aunque también debería tener muy en cuenta las peticiones de Krusk (emisario de Orgrimmar) y de Melisara (banshee al servicio directo de la Reina Alma en Pena). Como no podía ser menos, el pueblo contaba asimismo con su Magus ambicioso y, por supuesto, con su Boticario psicópata. Ella, en teoría,  estaba obligada a cumplir todo cuanto se le solicitara para ayudar en  la Campaña de Trabalomas.</p> <p align="justify">Molino Tarren, pese a lo inhóspito (la posada daba ganas de llorar, tanto por su estado como por lo “acogedor” del personal a su cargo)  era un hervidero. El constante ir y venir  de aventureros bien dispuestos a hacer lo que fuera para ganarse el favor de la Dama Oscura (y para cobrar las recompensas, por supuesto), demostraba que se trataba de una “zona caliente”.</p> <p align="justify">En la pequeña plaza, unos carteles de “Se busca” pedían las cabezas de los líderes humanos de las Laderas de Trabalomas, otros  prometían recompensa si se luchaba contra una organización criminal… Trabajo no faltaba, desde luego.</p> <p align="justify"><font color="#ffffff">- Esto va a ser duro.</font> - Se dijo Margot con un suspiro, antes de presentarse ante la Suma Ejecutora y recibir su primer encargo.</p> <p align="justify">Instintivamente, comenzó a recoger los tomos que estaban  tirados por el suelo, allá mismo, a sus pies, pero la furiosa mirada que le dirigió Darthalia la hizo desistir en el acto.</p> <p align="justify"><font color="#ffffff">- Muy duro</font>. –sentenció mentalmente la sacerdotisa mientras se incorporaba - <font color="#ffffff">Demasiado.</font></p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-22086455358034765762010-03-28T17:52:00.011+02:002010-08-14T17:50:35.690+02:00Roces (II)<div align="justify">No había manera. No conseguía serenarse. Este último encontronazo con la Condesa de Rémol la había afectado demasiado. Pescar en el lago Aguasclaras no surtió el efecto deseado y no cesaba de sonar en su cabeza ese espeluznante y agónico sonido de ultratumba,(cacofónico gorjeo sibilante a duras penas inteligible, doloroso para cualquier oído sensible) lanzando su inquietante mensaje. Y es que permanecer indiferente ante Lady Sûzu… estaba, por el momento, fuera de su alcance. En la delicada situación en que se hallaba Margueritte, además, quizá no sería sensato desoír sus advertencias. <span style="color: white;">“¡Basta!”</span> – Necesitaba pensar con claridad. Necesitaba… Respirar. - <span style="color: white;">“Ya está. Ha sucedido. Punto. Cierra la puerta. A otra cosa. Que no te paralice. ¡Reacciona, vamos!”</span> – Luchaba por recuperar el precario control sobre sus pensamientos. Decidió darse un paseo e, inevitablemente, sus pasos la llevaron hasta Entrañas.</div><div align="justify">Entrañas para ella significa mucho: Fue su hogar, el lugar en el que nació y se crió, cuando era la hermosa y brillante Ciudad de Lordaeron, la Capital del Reino. Ahora es una inmensa tumba, un lugar lóbrego, insalubre, habitado por muertos en vida liderados por La Dama Oscura, quien había exterminado a los habitantes humanos y la había reclamado para sí. <b>Entrañas</b>, la ciudad en la que los Boticarios habrán realizado a saber cuáles y cuántos crueles experimentos que han sobrepasado ampliamente la frontera de lo escabroso, lo aberrante y lo obsceno. <b>Entrañas</b>, La Sede Renegada, esa inmensa cloaca por la que corre triunfante el añublo, donde la luz del sol no llega y la moral tiene un sentido equívoco. ¿Por qué regresar a ella, una y otra vez, entonces? La respuesta se halla en las ruinas que perduran todavía en la superficie: Más concretamente, en el otrora esplendoroso Salón del Trono y, bajo tierra, camino ya de la urbe subterránea, en la Tumba del Rey Terenas.</div><div align="justify">El haz de luz proveniente de la abertura en lo alto de la cúpula cae, bañando la estancia con un halo brillante de pureza irreal. Las motas de polvo que flotan en su interior no hacen sino realzar esa atmósfera de ensoñación legendaria, de paz fantasmagórica. Como si la estancia existiera en su propia realidad, ajena al tiempo. Pese a que los pendones y cortinajes azules cuelgan harapientos y raídos, el Salón entero irradia majestad. Y el Trono parece esperar, paciente e intacto, a que su legítimo Soberano lo reclame, tomando asiento.</div><div align="justify">Margueritte se inclinó respetuosamente ante el Trono y luego atravesó una puerta lateral del Salón, dejándolo atrás. No era allá adonde se dirigía. Bien sabía que solía usarse de sala de reuniones y su ánimo no la hacía sentirse muy sociable aquella tarde. Tomó uno de los dos pasillos descendentes que confluían en el pequeño mausoleo dedicado al fallecido monarca.</div><div align="justify">Tétrico, sí: Cuatro enormes cirios cuyos soportes tenían como único adorno una calavera, flanqueando un sepulcro de piedra desnuda. Solamente un placa con una dedicatoria (cortesía de la Dama Oscura) recordaba que allá reposaban los restos del último rey de Lordaeron. En las paredes, más telas azules, ajadas y candelabros siempre prendidos que, al igual que los velones, no parecían gastarse nunca.</div><div align="justify">A pesar de todo eso, los viajeros suelen atravesar atropelladamente y a la carrera esta pequeña cámara: Para ellos no es sino un estorbo camino a los elevadores (esas maravillas de la ingeniería que los depositarán sanos y salvos en las profundidades de la tierra) o en su ruta de escape hacia el patio, rumbo a quién sabe qué aventuras.</div><div align="justify">Contra la pared, para no ser arrollada, Margot se sumergió una vez más en sus pensamientos. Reguló su respiración primero; Acto seguido comenzó a repasar mentalmente su repertorio de himnos. La música, de nuevo, acudía en su auxilio.</div><div align="justify">Absorta como estaba, no detectó la presencia de la Embajadora Kalishta. Fue la elfa quien, gentilmente, la saludó, sacándola de su estado meditativo.</div>-<span style="color: lime;"> Saludos, joven Margueritte. Es un placer veros por aquí de nuevo.</span><br />
<div align="justify">Sonriente, impecable y perturbadoramente hermosa. Facciones regulares, labios coralinos, formas voluptuosas… El cabello de color platino caía airosamente sobre sus hombros y su escote, más que generoso, dejaba muy claro que no tenía nada que ocultar… Al menos en ese ámbito: Todo en ella parecía diseñado para ser contemplado y deseado. De nuevo Margueritte se preguntó qué tendría aquella sin’dorei que la hacía ser casi irresistible y tan inquietante al mismo tiempo (¿el antinatural color bermellón refulgente de sus ojos?). Atribuyó esas emociones encontradas a su condición de hechicera.</div><div align="justify"><span style="color: white;">- ¡Oh! Disculpe, Embajadora. Estaba distraída. Buenas tardes.</span> – Carraspeó y sonrió, nerviosa.</div><div align="justify">La elfa la observó, apenas un segundo. No necesitó más para darse cuenta de que algo desasosegaba a la sacerdotisa: Margueritte era un libro abierto para Lady Kalishta.</div><div align="justify">- <span style="color: lime;">¿Estáis bien? ¿Os preocupa algo?</span> – Preguntó, solícita, la elfa.</div><div align="justify"><span style="color: silver;">Sacudiendo la cabeza de lado a lado, lentamente, la inocente no-muerta respondió:</span></div><div align="justify"><span style="color: white;">- Sí… Estoy bien… Solamente…</span> </div><div align="justify">Y entonces, sin ser apenas consciente de lo que estaba haciendo, se escuchó a sí misma relatándole sus dudas sobre el libre albedrío, sobre las órdenes que recibía como súbdita de la Dama Oscura; contándole sus roces con la Condesa… <span style="color: white;">“¡¿Me he vuelto loca!? ¡Esta señora es una fiel servidora de la Reina Sylvannas!”</span></div><div align="justify"><span style="color: white;">- A veces me pregunto si habría diferencia entre servir al Exánime o servir a la Reina… – <span style="color: #cccccc;">El tono era tan amargo como las palabras.</span> – Pero pronto entiendo que sí, aunque a menudo no me lo parezca.</span></div><div align="justify">Kalishta la miró con sus almendrados rubíes, comprensiva.</div><div align="justify">-<span style="color: lime;"> Es natural que tengáis dudas. Vuestros esfuerzos por cumplir son notorios, pese a todo, y serán tenidos en cuenta.</span></div><div align="justify">La Embajadora, siempre conciliadora, se acercó a la compungida renegada (o, más bien, re-renegada) que tenía de espaldas y, suavemente, posó su enguantada mano sobre el hombro derecho de ésta.</div><div align="justify">La pobre Margot casi saltó. Hubo de dominarse para que su reacción se quedara en un respingo: Fue notar el roce de <i><b>esa mano</b></i> en su hombro y sentir cómo se le tensaba la piel y se le abrían las heridas… Escocía, ardía… Casi como durante las pesadillas. Estaba sangrando, lo sabía. Era cuestión de instantes el que la sangre fuera visible. Se apartó rápidamente, porque no podía soportar el contacto por más tiempo.</div><div align="justify">-<span style="color: white;"> Estos canes de peste…</span> – Murmuró con la esperanza de que sonara convincente.</div><div align="justify">- <span style="color: lime;">¡Ah!</span> – La Embajadora tenía la sorpresa pintada en el rostro. – <span style="color: lime;">Pero no es grave, ¿verdad?</span></div><div align="justify"><span style="color: white;">- Solamente unos rasguños… No os preocupéis… Acabo de recordar que me esperan los preceptores y no quisiera enojarlos… Con vuestro permiso, Milady…</span></div><div align="justify"> Y Margueritte, tras la reverencia de rigor, se batió en retirada prácticamente a la carrera, dejando atrás a una Embajadora desconcertada por primera vez en mucho tiempo.</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-60012813154647472362010-03-01T18:21:00.001+01:002010-03-01T18:28:31.225+01:00Roces (I)<p align="justify"><font color="#ffffff"><em>Previsión del tiempo para esta tarde-noche en el Mesón La Horca: </em><em>Inestable, más nubes que claros, con tendencia a empeorar</em>.</font> Margueritte corrigió rápidamente su apreciación en cuanto, además de los típicos maleducados que correteaban casi arrollándolo todo a su paso y de los elfos de sangre de melancólico carácter y más que dudoso gusto (porque para apreciar  la malsana atmósfera de los Claros de Tirisfal hace falta ser morboso rato largo), aparecieron varios individuos más, con aire pendenciero.<font color="#ffffff"> <em>Oh, oh… Se acerca una borrasca…</em></font></p> <p align="justify"><font color="#ffffff"><font color="#cccccc">Estaba cantado: Ese troll llevaba la palabra “problemas” escrita en la frente y, lo que es peor, la señora Condesa estaba presente en el lugar. Nadie ignoraba lo mucho que la irritaba la concurrencia de “vivos” en Rémol, sentimiento compartido por casi toda la población renegada. Que, encima, no la dejasen tomarse su té en paz era… Imperdonable. Y justamente eso, fastidiar mucho, estaba haciendo el impertinente troll: Primero se discutió con un parroquiano sobre el precio de las mercancías, luego se metió con Renée porque no le sirvió alcohol, y, por si fuera poco, hubo de mentar la honorabilidad de los lordaereneses (en términos extremadamente groseros, además).  Demasiado grave como para ignorarlo. Por fin la Condesa intervino. Saltaron chispas. Tantas, que Lady Sûzu, fuera de sí, desenvainó su espada corriendo tras el levantisco troll, quien se batió en retirada, no sin antes haber insultado de nuevo a todo renegado presente o ausente.</font></font></p> <p align="justify">Margue había presenciado la desagradable escena desde un rincón, discretamente. No había intervenido, aunque cuando la Condesa se aprestó a luchar contra el ofensor, rezó por ella y la bendijo. Había sido un gesto inconsciente, un reflejo fruto de años en campaña. Entonces… ¿Por qué se encontraba ahora frente a Lady Sûzu enzarzada en una conversación que, sin duda, acabaría en disputa? Si estaban de acuerdo, al menos, en este momento, en detalles básicos… ¿Por qué la había molestado su bendición? ¿Por qué ese empeño de la Condesa en alejarla de la Luz? ¿A qué venía ese “llevarla por el camino correcto”?…</p> <p align="justify">De nuevo, chocaron. La noble dirigente llamó al orden a la díscola sacerdotisa de la Luz. Ésta terminó su alegato arrodillada, pero  desafiante:</p> <p align="justify"><font color="#ffffff"><em>– Haced lo que debáis.</em></font></p> <p align="justify"><font color="#ffffff"><em><font color="#808000">- No… seré…yo…quién… os… juzgue.</font> <font color="#cccccc">– </font></em><font color="#cccccc">Lady Sûzu de Rémol y Barov envainó su espada y caminó lentamente hacia la puerta del Mesón, ahora prácticamente vacío, dejando atrás a Margueritte Edhelstein,</font><em><font color="#cccccc"> –</font> </em><font color="#808000"><em>La… Reina… Oscura… verá…  si… servís… a… la… causa. Si… no… pereceréis.</em></font></font><font color="#cccccc"> – sentenció mientras salía del edificio.</font></p> <p align="justify">Margot se levantó poco a poco. Le temblaban las piernas, las manos y tenía la boca seca. Un sudor frío le recorría el cuerpo entero: Ni en pleno combate había sentido tanto miedo.</p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-43406819615513234522010-01-20T19:37:00.006+01:002010-01-21T01:10:15.233+01:00Mirando hacia atrás y al frente<div align="justify">Mesón La Horca, Rémol. Una noche cualquiera. Dos personas charlan distendidamente mientras beben algo, sentadas en una esquina, cerca de las escaleras. Nada de particular. ¿verdad? Se trata de un hombre y una mujer. Mantienen un tono de voz medio, sosegado, se sonríen, gesticulan con naturalidad, de cuando en cuando alguno ríe ante el comentario del otro… Para el observador externo tiene todas las características de una plática galante. Lo único que puede chocarle un poco es que los interlocutores son renegados.<br />
</div><div align="justify">Valdor y Margueritte, tras una otra dura jornada de trabajo compartido, se han convidado mutuamente a una copa y allí están, tanteándose. Cautelosos, corteses y buenos conversadores. Valdor, sin embargo, toma la iniciativa:<br />
</div><div align="justify">- Lordaerenesssa y norteña, sssupongo. – Sonríe.<br />
</div><div align="justify">- Bueno… Acertáis en parte. En realidad soy de la capital…<br />
</div>- ¡Vaya! –Sonó un tanto contrariado. No le gusta equivocarse. – Por vuestrasss faccionesss y el color del cabello lo hubiera jurado.<br />
<div align="justify">Margot sonrió. Las tres hermanas habían recibido esa herencia por parte de madre. Y esa rama de la familia, en efecto, provenía del norte del reino.<br />
</div><div align="justify">-¿ Y vos, Valdor? – Pasó al ataque. No quería recordar.<br />
</div><div align="justify">- No lo sssé. Ssssolamente recuerdo dónde fui alzado. Y como yo era el único cuerpo que había en el mausssoleo del que ssssalí, deduje que el nombre grabado debía ssser el mío: Valdor Sssskarth.<br />
</div><div align="justify">Directo y sincero. Nada de filigranas. Eso desarmó a Margueritte, quien se esperaba otra respuesta ingeniosa por parte del hechicero. “Así que es un alzado, no un producto de la Plaga”, pensó.<br />
</div><div align="justify">- Lógicamente. – Comentó, casi sin darse cuenta. –¿ Y vuestro acento? No logro ubicarlo…<br />
</div><div align="justify">- ¡Ah!- Una mueca que no era del todo una sonrisa, se dibujó en su demacrado y deteriorado rostro. – Me temo que cuando fui reanimado, mi cuerpo no esssstaba en las mejoressss condicionesss y… No puedo mover bien la lengua, entre otrassss cosssassss…<br />
</div><div align="justify">- Lo siento… – La mujer, de repente, se sintió culpable. – Ella, aparentemente, estaba tan bien, tan … “viva”.<br />
</div>- ¿El qué? – Valdor la miró, divertido. – No osss preocupéisss, mujer… Sssi no siento nada. Ademásss, hace ya tanto tiempo…<br />
<div align="justify">Brevemente, le contó que había indagado al respecto y que llevaba muchos, muchísimos años en esto de buscar respuestas. Se consideraba a sí mismo un “investigador”. No le dijo si había encontrado a quien le alzó, sin embargo.<br />
</div>- Bueno, Margueritte … ¿hace mucho que morissste?<br />
<div align="justify">“<i>Ya salió la preguntita</i>”. A Margue no le gustaba el tema, pero sabía que saldría, tarde o temprano. Tardó en contestar.<br />
</div>- No lo sé… . – Bajó la mirada, sin querer hacerlo.<br />
- Hasss dudado al responder… – La miró a los ojos, seriamente.<br />
- Es que… No lo recuerdo. – La cabeza gacha y mordiéndose el labio. “<i>¡Maldita sea, no soy una niña!</i>”. <br />
<div align="justify">Así que se obligó a alzar la vista y enfrentarse al escrutinio de su eventual compañero. Éste la estaba observando con curiosidad, sí. Como decidiendo cuánto le estaba ocultando y si valía la pena interesarse por el asunto.<br />
</div>- Hmmmm… – Al parecer, ya tenía su veredicto. – Puedo ayudarte, sssi lo dessseassss.<br />
<div align="justify">Margue asintió con la cabeza.<br />
</div>- Déjame verte…<br />
<div align="justify">El moratón de la mandíbula no había pasado desapercibido a la mirada experta de Valdor. Buscando un poquito más encontró las marcas del cuello.<br />
</div>- Hmmm…… Me temo que no te va a gussstar lo que te digo, pero yo creo que tuvissste una muerte violenta, quizá por motivo passsional… Alguien a quien conocíassss…<br />
<div align="justify">- Hay más, Valdor. – Ella se quitó los guantes y le mostró sus muñecas desolladas. Él las examinó con cuidado.<br />
</div><div align="justify">- Todasss las heridasss son antemortem… Hmmmm<br />
</div><div align="justify">Margue se enguantó las manos rápidamente, en cuanto el hechicero terminó con su inspección.<br />
</div><div align="justify">-¿Algo mássss? – Siempre un paso por delante, el muy brujo.<br />
</div><div align="justify">- Yo… Estas no son las únicas cicatrices... Perdona que no te las muestre, es que están por todo el cuerpo… Y tengo pesadillas, en las que recuerdo cosas y entonces se me reabren todas las heridas… Esos días apenas puedo soportar el roce de la ropa...<br />
</div><div align="justify">- ¡Puesss no te la pongasss! – Valdor le guiñó un ojo, lleno de picardía.<br />
</div>Ambos se rieron.<br />
- Es irónico, ¡unos que no sienten nada y otros que sentimos demasiado! <br />
<div align="justify">- Sssí. – El hechicero apuró su bebida e hizo ademán de despedirse. – Sssi quieress, te ayudaré a investigar tu passssado. Te advierto que puede que lo que encontremosss no te gussste.<br />
</div>- Lo imagino. Agradezco tu interés y tu ayuda será más que bienvenida.<br />
- Cuando estésss preparada, te haré un examen másss completo.<br />
Y partió tras los saludos de rigor.<br />
<div align="justify">La sacerdotisa asintió, simplemente. De repente estaba agotada. ¿Qué había hecho? ¡Estaba confiando otra vez en un desconocido! Valdor la había sonsacado sin dificultad y ella ahora se sentía expuesta. (<i>¿Sonsacado?</i>- pensó - <i>¡Ja!</i> No le había hecho falta y debían ser tan evidentes su inadaptación, su debilidad, su soledad, su lucha por seguir siendo persona…) Pero no era cuestión ya de lamentarse: Necesitaba ayuda y el hechicero se la brindaba, al parecer de manera altruista.<br />
“<span style="color: white;">Nadie da nada por nada, recuerda, Margot</span>”, sonó de nuevo esa voz que tan bien conocía: ¡Cómo no iba a reconocerla,<i> </i>si <i>era la suya propia</i>!<br />
</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-43552984782159030072010-01-18T20:52:00.004+01:002010-01-18T20:58:17.066+01:00A-Sociaciones<div align="justify">Margot lleva ya un tiempo sirviendo a la comunidad.<br />
</div><div align="justify">Ha eliminado zombis; Recolectado ingredientes varios; Ha espiado a los jabaespines putrepellejo más cercanos, evitando que alzasen más cadáveres; Ha liberado almas; Ha consumado venganzas. Lógicamente, no siempre ha realizado esas tareas en solitario (le resultaba imposible) : A menudo Margueritte recibía la ayuda de Honoka y de la mismísima Señora Hikary (“Que no me llames señora, que me haces vieja”– repitió por enésima vez la hechicera sin’dorei), quienes la acompañaban y la defendían ¡por puro entretenimiento y sin despeinarse siquiera!<br />
</div><div align="justify">Algunas veces ha trabajado uniendo fuerzas con otros que perseguían los mismos fines que ella. Una manera práctica de socializar cumpliendo… En teoría, claro. Porque cuando te las ves con el personal cara a cara, te arrepientes las más de las veces: Guerreros temerarios, brujos tan destructivos como suicidas, magos enajenados que se enzarzan en chisporroteantes orgías asesinas consumiendo sus energías sin ton ni son… ¡Genial! Y ella venga, a cubrir al compañero, sanar, guardarse al mismo tiempo de los enemigos… ¡Puuff! No siempre era así, seamos justos. Más de una vez se topó con camaradas solventes (orcos, elfos y trols en su mayoría) y gracias a ellos resultó casi un paseo completar los más variados encargos.<br />
</div><div align="justify">Quizás fueron justamente esas circunstancias las que propiciaron que la compañía de aquel hechicero renegado eficiente y reflexivo, llamado Valdor, le resultara tan preciada. Inteligente, instruido, cortés y con costumbres, digamos, humanamente aceptables, era sencillo que Margueritte lo prefiriera como compañero de armas antes que a otros aventureros que, tal vez por el hecho de ser “no-muertos” en muchos casos, se comportaban como si fueran inmortales (algunos incluso haciendo gala de una zafiedad increíble). Pronto se convenció de que Valdor era una persona fiable, al menos en principio. Y se habituó a planear las incursiones de manera que pudiese contar con la ayuda del brujo siseante. Se dio cuenta de que su presencia le resultaba, además de útil, muy agradable. Ese detalle la inquietó: ¿Sería ese el principio de una colaboración estable con él? ¿Sentía acaso compañerismo?… <span style="color: white;">¿Amistad?</span><span style="color: #cccccc;">…</span><br />
</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-24989566864980011172010-01-03T18:49:00.001+01:002010-01-03T18:49:01.295+01:00Al servicio de la Dama Oscura<p align="justify"><font size="3"><font size="2">    Quien crea que por el simple hecho de estar muerto uno se libra de obligaciones, compromisos y de tener que labrarse el sustento… se equivoca por completo. Porque a ver, siendo pragmáticos: ¿Desde cuándo son cómodos unos harapos?; ¿Protegen de las inclemencias meteorológicas y de los golpes? Además, ¿dónde están nuestro pundonor y sentido de la conveniencia? ¿Acaso deseamos degenerar hasta convertirnos en una de esas patéticas criaturas descerebradas que pululan devorando cadáveres?  Por supuesto que no. Y ya solamente para sufragarse ropa y calzado decentes hacen falta sus buenas monedas, ¡vaya! Si además uno desea defenderse, o al menos intentarlo, pues más gasto. Súmese lo que cuesta un alojamiento: ¡En una fosa la tierra mancha y se crían bichos! Encima uno está a la intemperie, sin protección contra la lluvia o visitas indeseadas… ¡Desde luego!… Un ataúd de madera tampoco es tan buena opción como pudiera parecer: Incómodo a más no poder, salvo que se trate de un féretro forrado por dentro (un lujo al alcance de muy pocos). ¿Sigo? Porque hay más, muchos más conceptos que requieren un desembolso por parte de cualquier no-muerto con voluntad y personalidad propias.</font></font></p> <p align="justify">De todos modos, desde el instante del “renacer” mismo,  se inculca en todo Renegado la devoción hacia la Reina Sylvanas. Se le adoctrina a conciencia. A ella se debe. Su Voluntad es la Ley y la traición se paga con muerte (o incluso con algo peor).</p> <p align="justify">Juntemos la necesidad con la obligación y… </p> <p align="justify">Ya tenemos a Margueritte atareada la jornada entera; Compaginando la instrucción con  el servicio a las órdenes de los dirigentes Renegados. Ejerciendo otra vez de sacerdotisa-soldado.</p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-19341943320836084402009-12-27T19:42:00.001+01:002009-12-27T19:42:18.886+01:00Esperanzas perdidas<p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Rodilla hincada en el frío suelo enlosado, cabeza gacha y pesar casi insoportable. Lo retrasé tanto como pude, pero el deber me reclama  y esta vez no hay excusa que me salve de acudir a la capital, Entrañas. Por eso estoy aquí, rezando frente a la tumba de mi Rey.</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Mi buen e imperfecto rey Terenas, al que tan devotamente ha servido mi familia; El monarca que unió a tantos contra la Horda que amenazó con asolar su reino; El amante esposo y ejemplar padre que se desvivió por su heredero; El hombre que no pudo salvar a los suyos ni a sí mismo de la traición cometida por su propio hijo, convertido en un terrible sádico desalmado sediento de poder. ¡Cómo no llorar su muerte y los hechos que la antecedieron y precedieron! ¡Cómo no sentirse culpable por sobrevivir!.</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Me siento traidora a mi familia, a mi patria. Yo no estuve aquí, en la Capital de Lordaeron. Hacía mucho que vivía lejos. Huí. Los abandoné. Marché con Jaina, en pos de unas tierras libres de la Plaga. Buscábamos un futuro mejor para todos: Encontramos un nuevo mundo… Y a los enemigos del pasado. También comprobamos que el Mal solamente puede ser detenido con compromisos y sacrificios más allá de lo imaginable: Nuevas alianzas se forjaron; participamos en batallas épicas entre poderes místicos inconcebibles para nosotros, simples mortales; Conocimos maravillas y horrores, dolor, derrotas y, al fin, todos juntos logramos prevalecer sobre quienes deseaban ensalzarse a costa de destruir este mundo.</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Sin embargo, el precio fue muy elevado para todos: Jaina misma acabó enfrentándose a su propio padre (el Almirante de Kul-Tiras). Tuvo que elegir entre la obediencia filial o cumplir su palabra y honrar el Pacto con Thrall, el líder orco. Se decantó por lo segundo; Yo… Desde que pedí el cambio de destino y engrosé el séquito de la maga, no he vuelto a saber nada de mis padres ni de mis hermanas. Técnicamente no deserté, pero no creo que les gustase mi decisión. Ahora es tarde. Solo ruego por su descanso eterno.</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Un solo hecho me consuela: No verán en qué me he convertido. Y es que no parece quedar espacio para la esperanza en este mundo: Tanto esfuerzo por cimentar una alianza duradera contra la Plaga, por cumplir con honor ese Pacto que tan caro nos ha costado y… se nos muere. No es más que una quimera, un parón en las hostilidades. Cada día que pasa los enfrentamientos entre Alianza y Horda tienen mayor frecuencia y, lo que es peor, son más importantes. La “paz” estorba. Nos odiamos y estamos deseando abalanzarnos los unos sobre los otros para eliminarnos mutuamente sea como sea. Mientras, en el Norte, quien fuera mi príncipe continúa sobre su helado trono de maldad sin límites y las potencias de la Legión medran a nuestra costa.</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Por eso estoy aquí, orando postrada delante del enterramiento de mi añorado rey. Del señor de un reino que ya no existe más que en nuestros recuerdos. Símbolo de sueños rotos, esperanzas perdidas, ideales eternos…</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Reposa en paz, Sire.</font></p> <p align="justify"><font size="4" face="Palatino Linotype">Recuérdanos quiénes fuimos. Aunque duela.</font></p> Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-12128643333206886982009-12-23T20:31:00.004+01:002009-12-26T19:29:15.427+01:00Efluvios entrañables<div align="justify">Un bosque de ensueño febril; formado por árboles caducos, enfermos, corrompidos hasta más allá de la podredumbre. Los arbustos que medran a su lúgubre sombra son tan raquíticos como mortecina es la luz solar que les llega. Las criaturas que lo habitan bien podrían haber salido de un cuento de terror: canes demoníacos y murciélagos vampiro, entre otros. E incluso la lluvia, que debería limpiar las heridas de esa tierra maldita, solamente enloda los caminos y acentúa la sensación de infinita melancolía, de desazón, de desamparo… <br />
</div><div align="justify">En este bosque, se hallan los <span style="color: maroon;">Claros de Tirisfal</span><span style="color: black;">,<span style="color: grey;"> </span><span style="color: silver;">y, en ellos, tanto la muy pintoresca y visitada localidad de <span style="color: olive;">Rémol</span> como, cerquísima, la cosmopolita sede del reino renegado,</span> </span><span style="color: green;">Entrañas</span><span style="color: silver;">.</span><br />
</div><div align="justify"><b>Entrañas…</b> Más que un nombre, una definición: Lo que antes era el sistema de cloacas de la próspera Capital de Lordaeron, por obra y gracia del invasor Rey Exánime (nacido como Príncipe Arthas Menethil, heredero del Reino) se había convertido en una gran ciudadela subterránea. Una peculiar urbe regida por Sylvanas Windrunner quien, al liberarse de la tiranía de Arthas, la reclamó para sí y sus seguidores, los no-muertos con voluntad propia, a quienes llamó Renegados. Irónicamente, cualquier visitante comprobará que, en en fondo (¿o quizá no tanto?), el lugar no ha cambiado, puesto que está repleto de desechos de todo tipo: Un río de añublo recorre los colectores de aguas fecales; En el Apothecarium, los Boticarios se dedican a sus secretos y escabrosos experimentos y su laboratorio – especialmente la zona donde se crean las abominaciones – parece (bueno, es) una carnicería; Justo al lado de sus laboratorios, en jaulas, están sus desgraciados cobayas (humanos y enanos, principalmente); En el Barrio de la Guerra, los más inexpertos mejoran sus habilidades ensañándose con humanos maltrechos y desarmados; En el centro de la ciudad, hay una cocinera que elabora sus platos sobre una simple hoguera, sin chimenea ni extracción de humo de ningún tipo y bajo el banco, que está allí mismo, vive un vendedor de ¡cucarachas!. El resultado de estas actividades, mas las propias de los múltiples oficios, mas el detallito de que los habitantes son cadáveres andantes, ha de resultar por fuerza demoledor para el olfato y los pulmones de todo ser viviente. Y sin embargo, los por aquí llamados “vivos” despectivamente, no tan sólo frecuentan Entrañas como punto de enlace, correteando hacia los elevadores para llegar a tiempo a las torres de zeppelines goblin erigidas justo a la salida de las ruinas de Lordaeron, sino que algunos - al parecer – residen en tan inhóspita morada.<br />
</div><div align="justify">Entre esas personas resistentes a la falta de oxígeno, al hedor insoportable y al tenebroso mal gusto en la monótona decoración (y no hemos mencionado nada del alegre y hospitalario carácter de sus habitantes), sin duda podemos contar a la muy gentil e intrigante sin’dorei Kalishta Shrien’Dralar, Embajadora de la Horda.<br />
</div><div align="justify">Fiel a la causa de la Reina Alma en Pena, practicante de las Artes Oscuras (léase bruja), se había trabajado arduamente una sólida reputación entre los suyos pese a su condición de hechicera y estaba muy bien relacionada. Trataba de tú a tú con los más diversos e influyentes individuos de la Horda. El aura de misterio que la envolvía le era muy útil para sus propósitos. Tan hermosa como calculadora, no tardó en llamarle la atención una renegada muy rara que le había salido respondona a su aliada la Condesa de Rémol: Margueritte Edhelstein.<br />
</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2540982885816168822.post-84532250087317617742009-12-13T16:54:00.004+01:002011-04-22T15:58:18.803+02:00Pequeña serenata nocturna<div align="justify"> Rémol, Claros de Tirisfal, alrededor de las diez de la noche. Margueritte llega al Mesón de la Horca, cansada. Además de los parroquianos habituales, una nueva figura se destaca entre la concurrencia: Por lo visto, Renée cuenta con un nuevo ayudante. Si no, no se explica que ese renegado porte sobre los calzones un delantal y esté barriendo el suelo, vamos. ¡Ah,sí! También hay una parejita de elfos de sangre mirándose con ojitos de cordero degollado mientras se dicen intrascendencias.</div><div align="justify">Margue decide hablar con el renegado del mandil y la escoba. Al fin y al cabo sería muy desconsiderado por su parte no presentarse, cuando reside en el mesón. Incluso puede que este mozo sepa responder a sus demandas, o al menos orientarla.</div><div align="justify">- Buenas noches. – Muy cortés, el “posadero” la saluda en cuanto la ve acercarse.</div><div align="justify">- Muy buenas noches tenga usted. – Margue no iba a ser menos, claro.</div><div align="justify">- Soy Fritz, ayudante de Renée. Dígame, ¿en qué puedo servirla, señora?</div><div align="justify">- Mi nombre es Margueritte y resido en el mesón. La señora Dedmar me acoge en su habitación. Escuche… ¿Sabe si hay alguna manera de conseguir domicilio propio por aquí? Es que necesitaría algo más de intimidad…</div><div align="justify">Mientras tanto, los dos hermosos representantes de la más arcana raza continuaban entre murmullos su cortejo. El elfo galante alza la voz:</div><div align="justify">- ¡Oiga! ¿Nos sirve un té, por favor?</div><div align="justify">A Fritz no le gusta nada que le interrumpan mientras charla.</div><div align="justify">- No tenemos té. – Es su respuesta. El tono agriaría la leche fresca. Se gira hacia Margueritte, dispuesto a continuar la conversación…</div><div align="justify">- ¿¡Cómo que no tienen té!? – El apuesto galán no da su brazo a torcer, indignado e incrédulo. – ¿Y agua caliente?.</div><div align="justify">- Tampoco. – La expresión y las maneras de Fritz expresaban justamente eso: “A los elfos, ni agua”. – Como le decía, señora…–continúa hablando con Margue, pero esta vez en viscerálico –… Me temo que ese tipo de asuntos deberá tratarlos con la Condesa en persona, aunque yo siempre he visto que cuando hace falta intimidad se usa el edificio del Concejo, que es de acceso restringido.</div><div align="justify">- Claro… Pero el Concejo es el centro administrativo del pueblo… No creo que sea habitable. – Ella responde también en su lengua vernácula – De todos modos, muchas gracias. Intentaré hablar con la Condesa, como me decís.</div><div align="justify">Para ser un simple “mozo de posada”, Fritz goza de muy buena instrucción. Se ve de lejos que, pese a lo humilde de sus ropajes, no es en absoluto un vulgar friegasuelos. Su aspecto, cuidado dentro de lo posible, sin llegar a atildado, contribuye a dar esa impresión.</div><div align="justify">A los elfos no les ha hecho ninguna gracia que los renegados se hayan arrancado a largar en un idioma que no comprenden: Seguro que están hablando mal de ellos (no existe otro tema de conversación en el universo). Así que no se les ocurre otra que conversar (o criticar, nunca se sabe) en su musical thalassiano. Para Fritz es una oportunidad como cualquier otra para meterse con ellos.</div><div align="justify">- Yo de ustedes no hablaría en un idioma que no es el oficial del Reino, no sea cosa que se les acuse de… traición. – Les espeta muy sarcásticamente. Su pronunciación del idioma orco es más que correcta.</div><div align="justify">- Ven, querida. Subamos. – Los jóvenes enamorados piensan retirarse y terminar en paz la velada, pero no cuentan con la saña de Friz.</div><div align="justify">- ¡ De eso nada! ¿Qué se creen? ¡Esto es una posada decente, no un “picadero”! ¡Venga! ¡Arreando! – Les impide el paso y les “enseña la salida”, amenazándoles con la escoba.</div><div align="justify">A los “tortolitos” no les queda otra que marcharse. Lo hacen ofendidos y enfadados, por supuesto. Margue no acaba de dar crédito a la escena que acaba de presenciar. ¿Esa airada reacción es fruto de una profunda preocupación por la moralidad y las buenas costumbres, o más bien del resentimiento, de la “envidia cochina”? Vota por lo segundo, sin duda.</div><div align="justify">Desvelada e inquieta, Margueritte decide caminar un poco e ir a pescar al cercano lago Aguasclaras para serenarse. La noche está despejada, sin nubes. Las estrellas tililan y la temperatura no es demasiado fría. Ni siquiera tiene que pelearse con ningún can de peste ni murciélago sombrío mientras pasea. Una vez en la orilla del lago, busca un lugar que le parece adecuado, protegida por tres árboles, prepara los cebos y vacía su mente de preocupaciones, atenta solamente al movimiento del corcho y la tensión que le transmite su caña. Llevaba así un buen rato cuando un percance la sacó de su relajación: ¡Un corcel enorme casi se estampa contra los árboles! ¡Menudo susto! Ni se fijó en quién podía ser el jinete, la verdad. Mientras se reponía del sobresalto, todo lo más pensó que había gente muy temeraria por el mundo. De nuevo, Margot dispone sus aparejos de pesca, pone el cebo, se sienta y se concentra. Los peces pican, asimismo. Pero no, está escrito que esta no va a ser una jornada tranquila: Un galope desenfrenado la saca de su ensimismamiento. Escarmentada ya, se levanta presta a quitarse de en medio cuando…</div><div align="justify">- ¡Pesca, renegada, pesca!. – Le increpa una voz cantarina desde lo alto de un imponente caballo. Acto seguido, la femenina figura montada escupe a la cara de Margue, acertando de pleno. Para ello ni siquiera se detiene, solamente ralentiza un poco el paso. En cuanto ha dado en el blanco, prosigue su marcha al galope como si tal cosa. La sacerdotisa no tiene tiempo de reaccionar. Estupefacta, incapaz de creer lo que acaba de sucederle, se limpia el rostro con un paño de lino. Luego sigue a lo suyo.</div><div align="justify">Más tarde, pensando en ello, le parece que quien la ha agredido bien puede ser uno de los dos elfos que esta noche ha echado Fritz del Mesón. La mujer (con lo maja que parecía), para ser más exactos. ¡Y menuda puntería que tiene!, además de un carácter rencoroso y desabrido. Para que luego se diga de los renegados: Se llevarán la palma, pero no son los únicos vengativos, ni mucho menos. Como suele suceder, las apariencias engañan.</div><div align="justify">Lección a tener en cuenta: <i>Los renegados crían la fama y. sin embargo, aquí <b>todos</b> cardan la lana</i>. Margot toma buena nota de ello. </div><div align="justify">La hermana Margueritte recoge sus cosas y se dirige, lentamente, hacia Rémol. Allí descansará plácidamente, acompañada por la tranquilizadora presencia y el dulce tiritar de su eternamente desvelada anfitriona, los armoniosos aullidos de agonía procedentes del sótano, las encantadoras broncas del salón…</div><div align="justify">- Otra noche en el cuarto de Gretchen… ¡Horror!</div>Percontatorhttp://www.blogger.com/profile/07176092179647218249noreply@blogger.com0