domingo, 30 de mayo de 2010

Batalla de Trabalomas

Brilla el sol e ilumina la hierba, insultantemente verde. No muy lejos, puede verse la nieve coronando las montañas de Alterac. Las tortugas nadan indolentes en el río, que canta camino a su desembocadura. Una paloma se las ingenia para huir del halcón que la daba por presa segura. Los osos patrullan incansables en busca de cualquier alimento y las arañas gigantes de la región no les van a la zaga: Nadie quiere pasar hambre. La vida bulle y sigue su curso en las Laderas de Trabalomas…

Excepto en Molino Tarren.

Unas seis casas de madera en pié, tétricas y desvencijadas, alrededor de una iglesia con campanario en también penoso estado, de la que parecían haberse escapado los libros que yacían desparramados por las escaleras y aledaños, expuestos a la intemperie;  árboles frutales secos y escuálidos en un campo de cultivo estéril, abandonado; un granero destartalado cerca del estanque en el que una barca vacía esperaba en vano que alguien se atreviera a usarla… Ese desolador panorama abofeteó de pleno a Margueritte en cuanto se recuperó de su habitual mareo post-vuelo.

- Luz Bendita…

Y es que encima tenía la orden tajante de ponerse a entera disposición de las fuerzas no-muertas del lugar.

La Suma Ejecutora  Darthalia estaba al mando en aquel deprimente enclave estratégico, aunque también debería tener muy en cuenta las peticiones de Krusk (emisario de Orgrimmar) y de Melisara (banshee al servicio directo de la Reina Alma en Pena). Como no podía ser menos, el pueblo contaba asimismo con su Magus ambicioso y, por supuesto, con su Boticario psicópata. Ella, en teoría,  estaba obligada a cumplir todo cuanto se le solicitara para ayudar en  la Campaña de Trabalomas.

Molino Tarren, pese a lo inhóspito (la posada daba ganas de llorar, tanto por su estado como por lo “acogedor” del personal a su cargo)  era un hervidero. El constante ir y venir  de aventureros bien dispuestos a hacer lo que fuera para ganarse el favor de la Dama Oscura (y para cobrar las recompensas, por supuesto), demostraba que se trataba de una “zona caliente”.

En la pequeña plaza, unos carteles de “Se busca” pedían las cabezas de los líderes humanos de las Laderas de Trabalomas, otros  prometían recompensa si se luchaba contra una organización criminal… Trabajo no faltaba, desde luego.

- Esto va a ser duro. - Se dijo Margot con un suspiro, antes de presentarse ante la Suma Ejecutora y recibir su primer encargo.

Instintivamente, comenzó a recoger los tomos que estaban  tirados por el suelo, allá mismo, a sus pies, pero la furiosa mirada que le dirigió Darthalia la hizo desistir en el acto.

- Muy duro. –sentenció mentalmente la sacerdotisa mientras se incorporaba - Demasiado.

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